Una profesora dejó una tarea: ¿Cómo te ves en 10 años? ¿Qué harías si te quedara un año de vida?
Él escribió...
¿Cómo me veo en 10 años?
Sin duda esta es una de las
preguntas más difíciles que se pueden formular, es aún más complicada que
preguntar: ¿Quién eres? Ya que a esta última pregunta se podría contestar con
los logros, méritos y atributos que según tú posees, aquello que te distingue;
sin embargo, la otra pregunta radica en asumir que todo aquello por lo que
vives, el día a día, se vea reflejado en un resultado, uno incluso con una fecha ya establecida: 10 años.
Personalmente, no me gusta hacer
planes, ya que todo es tan cambiante, tan aleatorio y poco estable que
resultaría imposible asegurar siquiera que amanecerás el día de mañana, bien
dice el dicho: “Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”. Sin
exagerar, sí me planteo objetivos, metas a corto plazo e intento cumplir con
los compromisos que me interesan, aquellos que hice “por compromiso”
regularmente los omito u olvido.
A mi edad de 22 años, estoy por
concluir mi licenciatura, planeo continuar con la Maestría y un Doctorado, a
decir verdad planeo seguir estudiando hasta que mi cuerpo (mi bolsillo) me lo
permita. Es por ello que a la edad de 32 me veo con el doctorado terminado y
empezando un posdoctorado en México. Además, me veo saliendo con una mujer con
los mismos intereses que los míos, probablemente planeando una familia, no
antes. Aunado a esto, el negocio que planeo llevar a cabo con mis amigos, ya se
ve sólido, teniendo clientes fijos; y me veo desarrollando el sueño de mi vida
(el cual no puedo compartir con usted, lo siento).
Si sigo comiendo como a esta edad,
seguramente pesaré cerca de ochenta kilogramos, con gastritis y colitis más
avanzadas (sin desear que exista cáncer de colon). Me veo también escribiendo
para alguna revista y con por lo menos un libro publicado; además de estudiar
algún posgrado en el Colegio de México o bien en la Escuela Nacional de
Antropología e Historia.
Veo además una Tierra muy
lastimada, contaminada, muriendo. Los países no cambiarán su manera de producir
ni lucrar, veo a un México más parecido a Centroamérica que a una Europa
“exitosa”. Es por ello que a pesar de realizar estudios de posgrado en el
extranjero regresaré para intentar cambiar algo en esta sociedad que me enseñó
a vivir, a desconfiar, a reír y a soñar. La gente en México es muy buena, inocente,
ilusa, soñadora, pero al final: conformista. Sin embargo, está en nosotros, la
generación que nació sin internet, pero que hoy en día es adicta, está en
nosotros voltear atrás y reconocer que no somos los mismos. No se trata de
copiar y pegar modelos económicos, constituciones o modas; se trata de generar
algo propio, algo que se ajuste a nuestra historia, a nuestro siempre lastimado
“orgullo mexicano”. Somos la generación que ve cómo se esfuma todo por lo que
nuestros padres y abuelos lucharon, trabajaron y callaron. Somos los que en
diez años tendrá el poder del país en sus manos.
Consciente que la política en este
país es cuestión de compadrazgos y no de aptitudes, intentaré en la tercera
década de mi vida ingresar a esa ciencia, ya con algo que me respalde, ya no
siendo un niño quejumbroso, ya no un estudiante mugroso y flojo que “nomás arma
alborote”; seré según sus definiciones: “alguien”.
Todo esto será cierto si no estalla
una guerra aún más grande que las que actualmente vivimos, o bien si la Tierra
no se calienta 5 ºC o por último, si de una u otra manera me matan.
¿Qué haría si me quedara un año de vida?
Si me quedara un año de vida no lo
aceptaría, me negaría bastante tiempo, y es que todos sabemos que moriremos;
sin embargo, son pocas las personas que saben cuándo, podría decirse que no es
“natural”. Si fuera cien por ciento seguro que esto ocurrirá en un año, mi vida
(lo que me quedaría de ella) cambiaría, sin duda. No podría seguir con mi vida
diaria, sería engañarme, y es que si bien me gusta mi vida, mi presente, no es
en sí lo que quisiera hacer el resto de mi vida. Empezando por que la carrera
que estudio no es mi pasión, si bien fue interesante, bonita y conocí gente
fascinante, no me gustaría dedicarme a la industria: No es mi sueño trabajar
para alguien que sólo busca más dinero, haciendo un producto que no tiene un
impacto positivo en la sociedad, y si lo tiene, como es el caso de los
fármacos, prácticamente lucrar con la necesidad de otras personas, con su
salud, su vida, no es lo mío: Pero así trabaja el mundo, la vida.
Para este verano terminaría mi
carrera, cosa que no dejaría, a pesar que no es mi principal motivación para
seguir vivo. Al concluirla pediría decir unas palabras con mis compañeros, con
la comunidad, expresar lo que siento, qué ocurrirá, informar a la gente que
esta cosa a la que llamamos vida es hermosa y perecedera, perfecta e incomprensible.
A la par de seguir estudiando esos seis meses buscaría viajar cada fin de
semana, escribir, platicar, llorar, sonreír, informar.
Tengo que ser honesto, no le temo a
morir, tiene que pasar, es lo único que tienes seguro desde que naces aquí en
la Tierra, nadie sabe (en teoría) lo que pasa después (o antes), o siquiera si
pasa algo. En lo personal, confío en que hay algo más, algo más complejo que
este mundo material, algo más que lo que estos ojos dictan que es real, no
tengo idea de cómo sea, sólo sé que es aún más complejo que células
interactuando, algo más más esencial. Presumo que la conciencia persiste a
pesar de esa muerte, que continúa a un nivel de energía más alto, que la muerte
es el punto de inflexión en el que se trasciende o se estanca en un mismo
nivel, todo dependiendo de qué tanto alimentes dicha conciencia: Qué tanto
sueñes, qué tanto desees y cumplas, qué tanto recuerdes y qué tanto ames.
Todo esto no lo digo para evitar
hablar de qué haría en ese año de vida, lo hago sólo para convencerme (como lo
haría en dicha situación) que morir no es tan malo, que es natural y hasta lo
mejor que te puede pasar en la vida, -broma, tal vez. El único conflicto y el
principal motivo por el cual no me gustaría morir en un año es el hecho de
herir a la gente que amo y que me ama. Corrijo, no es gente, sólo es una
persona; tengo la tesis que no hay amor más real (y el único) que el que existe
entre una madre y su hijo. Amo a mi madre y no podría hacerle eso, no me
perdonaría hacerla sufrir de esa manera, nunca una madre debería enterrar a su
hijo, va en contra de toda lógica humana. Sin embargo, si fuera el caso que
este individuo (yo) fuera a morir, estaría mayor tiempo con ella, viajando,
conociendo a nuestro hogar, la Tierra.
Después de la graduación, viajaría
con ella, conocer todo ese egoísmo del hombre: Roma, Giza, Nueva York, Medio
Oriente, Tokio; así como el lado inconcebible de la Tierra, cruzar el Atlántico
en barco, mirar las luces del Norte, recorrer India, el Sur de México, las Barrancas
del Cobre, Sudamérica…
Tal vez al final dejaría de soñar y
escribir, empezaría a vivir.