12/1/16

Cómo me veo

Una profesora dejó una tarea: ¿Cómo te ves en 10 años? ¿Qué harías si te quedara un año de vida? 

Él escribió...

¿Cómo me veo en 10 años?

Sin duda esta es una de las preguntas más difíciles que se pueden formular, es aún más complicada que preguntar: ¿Quién eres? Ya que a esta última pregunta se podría contestar con los logros, méritos y atributos que según tú posees, aquello que te distingue; sin embargo, la otra pregunta radica en asumir que todo aquello por lo que vives, el día a día, se vea reflejado en un resultado, uno incluso con una fecha ya establecida: 10 años.

Personalmente, no me gusta hacer planes, ya que todo es tan cambiante, tan aleatorio y poco estable que resultaría imposible asegurar siquiera que amanecerás el día de mañana, bien dice el dicho: “Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes”. Sin exagerar, sí me planteo objetivos, metas a corto plazo e intento cumplir con los compromisos que me interesan, aquellos que hice “por compromiso” regularmente los omito u olvido.

A mi edad de 22 años, estoy por concluir mi licenciatura, planeo continuar con la Maestría y un Doctorado, a decir verdad planeo seguir estudiando hasta que mi cuerpo (mi bolsillo) me lo permita. Es por ello que a la edad de 32 me veo con el doctorado terminado y empezando un posdoctorado en México. Además, me veo saliendo con una mujer con los mismos intereses que los míos, probablemente planeando una familia, no antes. Aunado a esto, el negocio que planeo llevar a cabo con mis amigos, ya se ve sólido, teniendo clientes fijos; y me veo desarrollando el sueño de mi vida (el cual no puedo compartir con usted, lo siento).

Si sigo comiendo como a esta edad, seguramente pesaré cerca de ochenta kilogramos, con gastritis y colitis más avanzadas (sin desear que exista cáncer de colon). Me veo también escribiendo para alguna revista y con por lo menos un libro publicado; además de estudiar algún posgrado en el Colegio de México o bien en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.
Veo además una Tierra muy lastimada, contaminada, muriendo. Los países no cambiarán su manera de producir ni lucrar, veo a un México más parecido a Centroamérica que a una Europa “exitosa”. Es por ello que a pesar de realizar estudios de posgrado en el extranjero regresaré para intentar cambiar algo en esta sociedad que me enseñó a vivir, a desconfiar, a reír y a soñar. La gente en México es muy buena, inocente, ilusa, soñadora, pero al final: conformista. Sin embargo, está en nosotros, la generación que nació sin internet, pero que hoy en día es adicta, está en nosotros voltear atrás y reconocer que no somos los mismos. No se trata de copiar y pegar modelos económicos, constituciones o modas; se trata de generar algo propio, algo que se ajuste a nuestra historia, a nuestro siempre lastimado “orgullo mexicano”. Somos la generación que ve cómo se esfuma todo por lo que nuestros padres y abuelos lucharon, trabajaron y callaron. Somos los que en diez años tendrá el poder del país en sus manos.

Consciente que la política en este país es cuestión de compadrazgos y no de aptitudes, intentaré en la tercera década de mi vida ingresar a esa ciencia, ya con algo que me respalde, ya no siendo un niño quejumbroso, ya no un estudiante mugroso y flojo que “nomás arma alborote”; seré según sus definiciones: “alguien”.

Todo esto será cierto si no estalla una guerra aún más grande que las que actualmente vivimos, o bien si la Tierra no se calienta 5 ºC o por último, si de una u otra manera me matan. 


¿Qué haría si me quedara un año de vida?

Si me quedara un año de vida no lo aceptaría, me negaría bastante tiempo, y es que todos sabemos que moriremos; sin embargo, son pocas las personas que saben cuándo, podría decirse que no es “natural”. Si fuera cien por ciento seguro que esto ocurrirá en un año, mi vida (lo que me quedaría de ella) cambiaría, sin duda. No podría seguir con mi vida diaria, sería engañarme, y es que si bien me gusta mi vida, mi presente, no es en sí lo que quisiera hacer el resto de mi vida. Empezando por que la carrera que estudio no es mi pasión, si bien fue interesante, bonita y conocí gente fascinante, no me gustaría dedicarme a la industria: No es mi sueño trabajar para alguien que sólo busca más dinero, haciendo un producto que no tiene un impacto positivo en la sociedad, y si lo tiene, como es el caso de los fármacos, prácticamente lucrar con la necesidad de otras personas, con su salud, su vida, no es lo mío: Pero así trabaja el mundo, la vida.

Para este verano terminaría mi carrera, cosa que no dejaría, a pesar que no es mi principal motivación para seguir vivo. Al concluirla pediría decir unas palabras con mis compañeros, con la comunidad, expresar lo que siento, qué ocurrirá, informar a la gente que esta cosa a la que llamamos vida es hermosa y perecedera, perfecta e incomprensible. A la par de seguir estudiando esos seis meses buscaría viajar cada fin de semana, escribir, platicar, llorar, sonreír, informar.

Tengo que ser honesto, no le temo a morir, tiene que pasar, es lo único que tienes seguro desde que naces aquí en la Tierra, nadie sabe (en teoría) lo que pasa después (o antes), o siquiera si pasa algo. En lo personal, confío en que hay algo más, algo más complejo que este mundo material, algo más que lo que estos ojos dictan que es real, no tengo idea de cómo sea, sólo sé que es aún más complejo que células interactuando, algo más más esencial. Presumo que la conciencia persiste a pesar de esa muerte, que continúa a un nivel de energía más alto, que la muerte es el punto de inflexión en el que se trasciende o se estanca en un mismo nivel, todo dependiendo de qué tanto alimentes dicha conciencia: Qué tanto sueñes, qué tanto desees y cumplas, qué tanto recuerdes y qué tanto ames.

Todo esto no lo digo para evitar hablar de qué haría en ese año de vida, lo hago sólo para convencerme (como lo haría en dicha situación) que morir no es tan malo, que es natural y hasta lo mejor que te puede pasar en la vida, -broma, tal vez. El único conflicto y el principal motivo por el cual no me gustaría morir en un año es el hecho de herir a la gente que amo y que me ama. Corrijo, no es gente, sólo es una persona; tengo la tesis que no hay amor más real (y el único) que el que existe entre una madre y su hijo. Amo a mi madre y no podría hacerle eso, no me perdonaría hacerla sufrir de esa manera, nunca una madre debería enterrar a su hijo, va en contra de toda lógica humana. Sin embargo, si fuera el caso que este individuo (yo) fuera a morir, estaría mayor tiempo con ella, viajando, conociendo a nuestro hogar, la Tierra.

Después de la graduación, viajaría con ella, conocer todo ese egoísmo del hombre: Roma, Giza, Nueva York, Medio Oriente, Tokio; así como el lado inconcebible de la Tierra, cruzar el Atlántico en barco, mirar las luces del Norte, recorrer India, el Sur de México, las Barrancas del Cobre, Sudamérica…

Tal vez al final dejaría de soñar y escribir, empezaría a vivir. 

2/1/16

Semblanzas de: Uno.

Puerto de Santiago de Cuba
Confluencia de sentimientos borrados,
difusos, a veces perdidos,
se evocan, se vuelcan 
y llenan la cornisa de un corazón abierto.
Palabras que fluyen en mentes distantes,
diferentes, abstractas, abstraídas, pero al final
iguales.
Ilusiones de un día a día,
de lectura, de comida, 
de esmero por romper la monotonía,
un vil esfuerzo por conocer la otra vía;
aquella de la conciencia infinita:
aún viva.

Cierro los ojos y te veo, incluso te escucho,
es raro. Para qué mentir, todo me resulta extraño,
sin tendencia, aleatorio, todo tan imposible como posible,
tan fugaz y genial, tan terrenal y perfecto como mundano e imperceptible.

Es increíble, seguimos:
Juntos, fundidos.
La mente del otro en nosotros percibimos,
no te escucho, ni te veo,
mucho menos te leo,
no es tangible, 
es la última esencia 
que en nosotros palpita,
culpable de toda esta algarabía.

Al fin, al alcance, de notas, de llamas,
de todo el interior en sí volcado,
corriendo del centro al vacío,
lleno de espuma de cielos
y llanto de esencias.

No comprendemos, por qué al nacer
de pronto nos vemos, de nuevo en el vientre,
recargados, escuchando lo que antes fue nuestra habitación,
nuestra otra mitad del cuerpo, la que nos mantenía vivos.
Nos vemos: respirando por el ombligo y soñando en compañía.

Confluentes mas no comunes,
convergentes o suplicantes,
evidentes las similitudes.

Coincidencias, consecuencias, convergencias, concurrencias, coexistencias, ¿casualidades? La respuesta está en el origen.

Seguimos conversando. No tengo idea si escuchas, si te interesa, si siquiera sigues aquí. Me escucho, y es que sólo yo he hablado. Yo también me enamoro. Bromeo. Noto que ya ni siquiera te miro, la aleatoriedad del horizonte ha despojado lo hermoso de tu mirada. La profundidad de los temas tratados han atraído a gente igual a nosotros a plantearnos una realidad alterna a la que ambos creíamos imposible, o mejor dicho: inexistente. Encontramos la dicha de conocernos ajenos, nadie, excepto la sabia, conocía lo que ocurriría. Bromeo. La noche culminó con un abrazo y palabras de siempre.

Anatemas del tiempo. Conciencias. Reivindicaciones del pienso. 
Poemas. Epígrafes del ego. Efigies del siento.
Cuarzos del cosmos. Estrellas. Ocultas por él, siempre.
Fragmentos de la conciencia colectiva. Almas. Último recurso pensado por el hombre.
Un libro. El infinito con sentido. El cielo y el infierno, fusionados. 
Fonema del canto eterno. Humano. El cáncer terrestre.

La complejidad del yo es tan grande que me ofusca el intentar comprender el todo. Pero no es sino la explicación del yo la trunca explicación del cosmos, la cual simula el concebir que ese todo es interesadamente la representación finita de la conciencia adquirida por medio de la presencia última de ambos fusionados. 

Ya ocho años escribiendo a oscuras. Sin mirar dónde tecleas, dónde derramas locura, no miras a nadie mas que a las letras plasmarse. Te ríes de los tú's descritos. Recuerdas a los siempre vertidos. Extrañas a ninguno, entrañas a todos