Después de aquella noche no supe nada más de mi abuelo, nisiquiera mi madre lo volvió a mencionar, como si su ser y sus recuerdos se ubieran esfumado. No quedó nada de el viejo. Esa misma noche regresamos a casa, mi madre como de costumbre estaba sola, tan solo nosotros dos en el auto.
Una vez entrada la noche, cuando nisiquiera la luna es capaz de iluminar el suelo sobre el que caminas. Detuvo el auto y fue cuando me dio la noticia que cambiaríamos de casa, que era momento de despedirse de todo lo que hasta ahora habíamos logrado y conseguido. De todo aquello que habíamos amado y ahora pasaría al pasado, tan sólo era un niño... y lo dejaríamos atrás. Pregunté por mi padre, mi madre sólo movió la cabeza de un lado a otro y sonrió. No logre descifrar lo que ella intentaba expresar, así que opté por seguir recogiendo mis cosas, empacándolas en aquellas grandes y polvorosas cajas. Ya a las 11:00pm, mi madre dio las buenas noches y apagó las luces.
Un sonido ensordecedor se escucho fuera de mi alcoba, era él de nuevo. Acababa de llegar y se repetía la misma historia de todos los viernes por la noche. ¡Gritos y burlas escuchaba de nuevo! Tan sólo un niño yo y aún así comprendía lo que estaba ocurriendo. Abrí la puerta para saludarlo por lo menos, pero él ya no estaba, sólo escuchaba su discución, aquellos insultos y groserías que eran comunes en aquella casa. Camine por todo el pasillo hasta que me encontré con la otra alcoba.
Ahí estaban ellos... sólo ellos dos. Acostados... tan dormidos como siempre.
Ya que el sol entraba por mi ventana, bañando mi rostro con sus suaves rayos de luz, mi madre entró por la puerta y me despertó de una forma tan propia como si fuera la primera vez: -Pequeño ya levántate, recuerda que tienes que despedirte de tus compañeros- ella dijo con voz dulce. -Ya voy... solo deja termino de lavarme los dientes- Ella rió y cerró la puerta.
Tan solo 5minutos tardé en lavarme los dientes y baje a desayunar. ¿Puedes creerlo? (Sólo un suspiro escuche salir de él).
Baje las escaleras con prisa, con precaución (como debe hacerse) y encontré ya sentada a mi madre conversando con él. Justo cuando entré a la cocina pararon y ambos fingieron una sonrisa que la misma Monalisa se queda muy por debajo. Como se trataba de él, me vi obligado a sonreir y a tomar mi lugar en la mesa. De nuevo había habas con huevo en el plato y no tuve otra opción más que sonreir y empezar a comer, esa era la comida favorita del susodicho.
Él fue el primero en terminar y como de costumbre se levantó de la mesa sin siquiera dar gracias y salió en busca de sus amigos. Después de que él saliera de la casa, mi madre se mostró más tensa, más estresada, como si algo le preocupara. No me atrevía preguntar, sólo me apure y dije: -Gracias. Ella no pudo voltear a verme, así que subí a mi cuarto a seguir levantando.
Encontré un libro. No sabía su procedencia, pero estaba sobre mi cama. Tenía una pasta de color rojo, como del color de la cosa que siempre bebía mi abuelo con Napo. Incluso también tenía un olor muy peculiar parecido al de las peras cuando son deboradas por los pichonsitos en primavera. Comencé a leerlo, hasta que recordé que no sabía leer. Así que sólo opté por ver las imágenes, las cuales no existían.
-Vámonos, es hora que te despidas de tus compañeros- dijo mi madre mientras entraba a mi cuarto con un cuadro en las manos.
1 comentario:
comense a leer tu historia
de los recuerdos estaba emocionado
cuando mi mente me hizo asemejar y
me menciono un momento tu no sabes leer!!
hahahahah
jeje =)
ya deja d fumar eso we
ati si t pega muee cabron!!!
hay me saludas al napoleon
espero aun exista ese cullo:P
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