27/2/11
Tu pasado
Decepcionante lo inminente a los ojos,
ya no sólo es un sueño -una pesadilla- ,
es tangible con la vista,
es predecible con los hechos,
sin embargo, la ilusión que prevalece
es mayor que el temor que mereces.
Una lágrima no me verás derramar,
de mí, ni una mala palabra me oirás decir,
de mi ser, ninguna expresión de odio me verás engendrar,
sólo un momento de reflexión lograrás construir.
Muchas personas a tus rodillas están,
demasiadas caras bajas y sonrisas falsas logras comprar,
sólo dinero cae del cielo cuando rezas por más...
crees que en esta vida nada vas a pagar.
Intimidas, engendras miedo en tus iguales,
parece que te mofaras de ti, de tu pueblo... de tu pasado.
No tengo nada en contra de gente extraña,
mucho menos del hermano que vive junto a mí...
¿Pero qué opino de ti? Me decepcionas...
A decir verdad no me decepcionas..
ya que no esperaba algo de ti,
pero si me das pena, digamos que me alaga
la forma en la que actúas...
una persona no se puede humillar tanto:
frente al mundo, frente a su gente.. frente a su pasado.
Mientes, blasfemas, te mofas y hasta te retas...
sólo por demostrar que eres peor que todos los que estamos presentes...
te sientes sólo... necesitas de nuestro apoyo,
ahora el dinero no te sonríe tan bien como lo solíamos hacer nosotros...
Estás triste, no queda más que rendirse.
Al fin has despertado, pareces cansado,
será necesario que te recuestes un rato,
tal vez ahora comiences bien... lo que una vez,
intentaste hacer en el pasado.
10/2/11
Mentir, omitir... verdad
A veces suelo mentir, sin embargo, tiene tintes de verdad.
Suelo omitir, pero recuerdo que lo omitido, recordado está.
Mentir sin omitir es parte de la verdad que suelo recordar.
Sin embargo al recordar, me obligo a mentir,
ya que la verdad que suelo omitir
es porque lo recordado... omitido está.
Podrás voltearte a reír, pero qué te asegura que cuando voltees no nos estaremos riendo de ti.
9/2/11
No entiendo. ¿Tú entiendes?
sin embargo, ¿El sentir en verdad es hacer?
Decir, escuchar, actuar; qué tan real es todo esto.
Caminar por estas calles, al caer la oscura noche, te hace ver varias cosas. Es tan oscuro que todo parece tan claro, el despistado automóvil pasando junto a ti, el sonido de las hojas de los verdes árboles, ahora convertidos en tan sólo una sombra en el pavimento; y el viento que sopla y hace rodar las hojas que ahora muertas yacen en el suelo; parecen tan conscientes.
Intentas contar cuantas personas hallas en el camino, el cero es tu número preferido... Volteas atrás y continúa siguiéndote, vestido igual que tú sólo que sin rostro... igual de callados, igual de importantes.
Una luz al fin encuentras, un triste poste que una tenue luz desprende, sobre el que ahora te recargas. Tristes recuerdos abordan tu mente al voltear del otro lado de la calle. Te miras de 8 años corriendo de aquel lado, la sonrisa que una ves deseaste, perdida en la neblina que comienza a llegar a la esquina.
Esta vez la lluvia no se hizo presente, comenzar a correr sería el siguiente paso, tu condición no te lo permite... comenzar a escuchar es ahora tu tarea.
¿Estoy sordo? Seguramente tuve que vender mis oídos a toda esa gente para llegar hasta aquí. No escuchas ningún sonido. Comenzar a reír es la opción. No paras de reír y aún la neblina no llega a ti.
Sonreír una vez te hizo famoso, esta vez no te servirá de nada. Nadie te ve... solo estás y tu risa se sigue escuchando. Crees ver un caballo, mejor dicho... crees oír un caballo. Fuertes pisadas cada vez más cerca hacen que cambies de posición y abras más los ojos.
La neblina aún no llega hasta ti... sin embargo el caballo ya lo hizo.
Una señorita con un abombado vestido era... y tú confundiéndole con un caballo. Trae usando unos lindos tacones que se hicieron pasar por mugrosos cascos.
En verdad tu condición no está nada bien. Tan sólo mírate, darías pena si el caballo que está a tu lado fuera una bella dama, o si la neblina que se aproxima fuera el tráfico que te pide que te apartes del camino. Sonríe...
1/2/11
El hombre
Paseando por los rústicos caminos
se encuentra un pobre hombre,
sin rumbo, ni meta que lo guíe
el hombre sin pena ni miedo, los sigue.
Ha perdido todo, familia,
trabajo, el tiempo, la calma;
la muerte es quien lo llama...
Llorar no sirve en estos tiempos,
mucho menos pedir perdón a los viejos,
optar por huir, en vez de reír con ellos.
Caminando solo, un triste saco lleva consigo,
sin embargo nadie sabe lo que lleva dentro.
Hastiado por la vida continúa caminando,
sin siquiera preguntarse por qué lo he estado llamando.
Parece sordo, apático, abúlico a los demás,
no conoce lo que es escuchar.
Solía ser engreído, pero excelente marido,
un caballero ante todo, su esposa...
un lucero inmerso en la oscuridad de su ser.
Razones extrañas lo orillaron a ese abatido comportamiento,
un día, sin razón alguna, tomó el triste camino
del que jamás regresaría; el arrepentimiento,
ahora en el pasado difuso, se olvidaría como estaca al corazón.
Su lucero, antes tan presente, pronto dejaría de brillar,
sus manos tan frías como tristes; solo se empezaba a condenar...
El sentido de su vida, pronto se vio invadido, pronto se vio quebrantado;
¡Qué sería de él ahora! sin más que hacer... lamentar.
Un hombre abatido es lo que queda,
un hombre sin alma es lo que ofrece,
el hombre sin rumbo camina,
porque al final del sendero...
su lucero ilumina.
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