1/2/11

El hombre


Paseando por los rústicos caminos
se encuentra un pobre hombre,
sin rumbo, ni meta que lo guíe
el hombre sin pena ni miedo, los sigue.

Ha perdido todo, familia,
trabajo, el tiempo, la calma;
la muerte es quien lo llama...

Llorar no sirve en estos tiempos,
mucho menos pedir perdón a los viejos,
optar por huir, en vez de reír con ellos.

Caminando solo, un triste saco lleva consigo,
sin embargo nadie sabe lo que lleva dentro.
Hastiado por la vida continúa caminando,
sin siquiera preguntarse por qué lo he estado llamando.

Parece sordo, apático, abúlico a los demás,
no conoce lo que es escuchar.
Solía ser engreído, pero excelente marido,
un caballero ante todo, su esposa... 
un lucero inmerso en la oscuridad de su ser.

Razones extrañas lo orillaron a ese abatido comportamiento,
un día, sin razón alguna, tomó el triste camino
del que jamás regresaría; el arrepentimiento,
ahora en el pasado difuso, se olvidaría como estaca al corazón.

Su lucero, antes tan presente, pronto dejaría de brillar,
sus manos tan frías como tristes; solo se empezaba a condenar...
El sentido de su vida, pronto se vio invadido, pronto se vio quebrantado;
¡Qué sería de él ahora! sin más que hacer... lamentar.

Un hombre abatido es lo que queda, 
un hombre sin alma es lo que ofrece,
el hombre sin rumbo camina, 
porque al final del sendero... 
su lucero ilumina.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que bonita foto
Atte: M_sh