26/10/11

Con la brisa...

Un esnob de sueños ajenos,
un ser con anhelos perplejos,
eres sólo eso, queriendo ser
aquello que todos quisieran tener.
Alardeando del saber, sin siquiera,
haber tenido y perder.
Compañía fugaz, de corto tiempo tu presencia,
impregnando toda cama con aquella esencia.
Mirada fuerte, ojos entreabiertos,
simulando espejos cubiertos
con la sábana de una concordia
difícil de asimilar, de comparar. Confrontar
aquella mirada perdida, llena de llantos frustrados,
empañada por tantos casos 
que comenzaban a atar cabos.


Pero no faltaba su sarcástica sonrisa, 
capaz de hundir el barco que arribó con aquella brisa.
Aquella pequeña niña de las tardes sabatinas,
la dulce criatura dueña del juicio ingrávido
de un joven con el sueño  más quimérico;
la pequeña niña que retozó con la vida de aquel joven
miles de historias que en cada ocasión no dudó en contar. ¿Oyen?


La miseria de sus historias resuena en cada puerta,
su mirada atrapada en cada espejo, cubierto, 
sus tristes caricias, ahora presas entre las sábanas,
ni recordar sus palabras falsas, ahora, ahogadas en el último sorbo de té,
su aroma, ahora con la brisa se ha esfumado;
exento me encuentro, atrapado desaparezco.



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