Se ha perdido.
Se ha perdido la esencia del todo.
Se ha corrompido.
Se ha corrompido por la inminencia de la intranquilidad,
por la ausencia al tiempo, a la situación, a la realidad.
Comienza todo, empieza aquí.
El mismo lugar de ayer,
lugar donde te conocí.
Anduve por ahí,
llegando a cada instante;
permaneciendo eternamente.
Compañía que me es insípida,
que me sabe a agua,
a nada.
Comencemos por responder.
Responder a aquellas voces,
de esas que sólo se escuchan por la noche,
armonizadas por las quejas de día ya en extinción.
Voces intermitentes, voces propias del escepticismo,
voces ajenas al mundo interno.
Caminos. Veredas
anfóteras. Mentes.
Todo ha cambiado.
No recuerdo la última vez que lo ignoré
o siquiera lo noté.
Sé que algo en ellos es diferente,
algo en ellos me incomoda,
me hace sentir ausente.
Ingrávidas oleadas de creencias,
de especulaciones, suposiciones que sin preámbulo
me han de introducir,
en el camino que he de seguir.
Comienza todo, empieza aquí.