Es increíble el sonido que se alcanza a apreciar, un sonido que sólo se siente aquí dentro, justo debajo del cuello y encima del ombligo; una presión interna, no lo podría clasificar como un miedo, ni como una emoción antes conocida, como bien dijo un amigo: "Creo que así se ha de sentir estar en guerra, o algo similar...". Es una incertidumbre abismal.
Lo único que me he atrevido a hacer es mirar la luna. Sí, observarla; cómo se oculta, cómo aparece, cómo se hace más grande, más brillosa, cómo nos mira, cómo se llena -nos llena-: de esperanza, de miedo, de asombro, de tiempo.
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