Luces, llenas e infinitas, sonoras que arrancan la vida. Locura que inunda la alcoba, que empapa la luna, que lleva la bruma. Poemas malditos, rostros sin trino, que alcanzan el filo. No estudia la vida, azora la hora, sueña loar de día. Tu inicio vuelca el horizonte, hace entrever un amanecer frustrado por la última llama de un océano triste, enterrado. Es la madera pulida haciéndose cristal, es la brisa matutina que arranca mis cobijas y me arrastra hasta tu pedestal, son los segundos como granos capaces de ser contados, las estrellas capaces de desmentirnos, de reírnos y de contarnos. Somos dos o fuimos diez, seremos cuarenta y dos imágenes repetidas, uno contra otro, iguales, invertidos, llanos. Ausencias, lugares, de mente. Son hoja tras hoja, que caen, que llevan, historias plasmadas, la historia de siempre, de vida y de muerte. Es gente, vesania, demente, que hiere, de hieles. Comprendes. Es julio y aún llueve, no para y no juzga, amanece igual que anoche, se nubla: no llueve. Sonrisas de barro con ojos de cobre, tú llevas las manos entre ese uniforme. Descubre y reconoce. Confiesa y confirma. Confiere y asiente. Las luces se apagan, aún luces.
1 comentario:
:) Increíble
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