5/12/15

He visto el cielo

Santiago de Cuba.
He visto el cielo infinito y los puntos que aparecen al fundirse un foco o al huir de la ciudad. Dicen que son estrellas, algunas de ellas ya agonizantes o incluso ya inexistentes, réplicas de un efímero instante, convaleciente universo, al que llamamos eternidad, infinito. Te inventamos esa palabra, la deletreamos, la hicimos tangible, para imaginar, para estar consciente de algo inalcanzable, como células al cuerpo, como arena a la playa, como estrellas al cielo. Te merecías más, no sé. Ignoro el verdadero significado, ignoro tu extensión, tu ceño. Tu origen, tu fin, tu forma, tu esencia, tu mera existencia.He crecido, aún no soy un señor, aunque en el camión a veces escuche a los niños referirse a mí con ese sustantivo. Me he dado cuenta que esto es difícil: Mirar a los ojos, decir lo que piensas, simular, fingir. ¿Ganar dinero para poder comer, vestir, moverte, a veces para poder reír?Miras al cielo, te sientes diminuto. Nunca habías visto un cielo tan limpio, tan despejado, tan libre de agua, tampoco nunca habías estado rodeado de tanta: Sobre ella. Las estrellas cobran vida, te miran, las enfrentas, te seducen, te cautivan y quedas extasiado. La manera en que se funden con ese polvo que nunca habías notado en el cielo, ese que creías sólo era real en los libros de Astronomía que llegaste a hojear de niño. Sonríes, estás siendo feliz y ellas lo saben.Sólo eres bella. Sólo eres buena para eso: Ser perfecta. Así como yo, que sólo soy bueno para apreciar tu belleza. Se mueven, así es y no lo crees. Una. Minutos u horas después, otra. Estrellas fugaces, satélites. Lo que sea que es, sigue pasando. El sonido de las olas inunda tus oídos, las voces de la gente en la arena se pierden. Lo agradeces. Recuerdas tu primera vez en la arena, con sudadera, con fiebre, convenientemente enfermo. Pies desnudos sobre millones de años de historia, alguna vez vivos, ahora son millones y son uno mismo. Escuchas la gravedad.Sientes el cielo, sientes el origen, sientes que duermes, que vuelas, que ríes, que llegas, que al fin la noche ha terminado. Amaneces abrazado, una respiración latente, coordinada, perfectamente sincronizada. Te aferras al momento, como toda tu vida lo haz hecho, cobarde al cambio y por eso huyes, miedo a ser cambiado, a reflexionar y más que nada a amar.Espero sentado en una banca mientras pasan los minutos, ya es de noche y aún no sales. Saludo a algunos de tus amigos, pero tú no sales. Lo admito, llegué a preguntarme qué estaba haciendo, hasta la fecha lo sigo haciendo; por lo mismo, por después. Estamos solos, rodeados de gente, pero solos. Nos miramos, no pasa nada. Nunca pasó.Encuentras el cielo de noche, le hablas con tu mirada, te ves hermosa. Transfieres la luna a tus sentidos. Las últimas confesiones del sol.-Lo feo no es que no me quieran, lo feo es que me olvidaron.






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