22/3/11
Mujer
Mujer hermosa, mi bella dama, doncella mía, princesa viva,
probablemente mis elogios sean causa de burla, de pena incluso.
Lo que pasa es que no puedo evitar elogiarla,
distinguirla, enaltecer cada rincón de ser.
Es usted simplemente perfecta,
una deidad entre nosotros los mortales,
un ángel caído al solsticio,
un ser de alma pura parecida a la citada por la creación.
Nadie es digna de poder compararse con usted,
Beatriz es un pobre nombre a lado suyo,
una flor, objeto extraño e indecente
a la vista, comparada con su ser.
Hermosos luceros que resaltan de su blanco rostro,
tan blanco y suave como la seda más fina,
como no adorarlos... como no desearlos.
Tan suave es su piel, tan tersa, tan llena de vida,
ni hablar de su hermoso cabello, los rizos
que a diario esconde tras esa cabellera lisa,
sin embargo no deja de ser perfecta.
Pero más hermosos son sus labios, color carmesí,
tan hermosos como el ocaso en la ribera,
como rubíes incrustados en la más fina platería,
que bellos son... y como olvidar su sonrisa,
daría todo por volver a dibujarla.
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