Efectivamente... estaba ahí, sólo de nuevo. A nadie que escuchar, ni a nadie a quien soportar, sólo estaba yo y sólo yo. Aparentemente sería un día cualquiera, como cualquier otro. Me desperte por la mañana (un poco más tarde que de costumbre), llegué al colegio en donde estuve poco tiempo, (observando, comentando, hablando y sobre todo escuchando) una vez que mi compañero y yo dejamos el aula nos dirigímos hacia nuestras respectivas casas. Pero antes de terminar nuestra travesía nos detuvimos a comprar algo para comer y beber, mientras comentabamos sobre el futuro de este país en el cual habíamos nacido, crecido y aprendido todo lo que hasta ahora "sabemos". Como siempre llegamos a un punto en común, pero como era de esperarse sólo eran vagas opiniones de pequeños jóvenes sin futuro en el ámbito.
Una vez abierta la puerta de mi hogar proseguí a recostarme en la cama... y fue cuando todo comenzó o por lo menos es lo que creí. Dieron las 5:45pm (o por lo menos eso es lo que marcaba el reloj) y fue cuando proseguí a desvestirme y a cambiarme de ropa. Supuestamente había permanecido casi 5hrs dormido sin soñar ninguna clase de estupidez. Ahora que ya estaba vestido fui a la cocina para ver que encontraba para saciar mi apetito. Como de costumbre sí había... pero como siempre... todo congelado.
Anteriormente hubiera optado por calentar lo que iba ingerir, pero decidí que ese día no utilizaría la corriente eléctrica como medio para facilitarme las cosas. Así fue como verdaderamente comencé a poner atención a las cosas que comunmente realizaba. Terminé de comer. Bebí casi 1l de agua (la temperatura del edificio era muy alta, aunque las ventanas estaban abiertas), pensé en leer un poco como lo había hecho casi por un mes todos los días.
Esta vez no fue así, pense en meterme a bañar, pero agarre un pedazo de papel ilustración y sin el menor preámbulo comencé a pintar... tomé las pinturas acrílicas y me dejé llevar hasta que ya no alcancé a ver nada. Fue cuando decidí meterme a bañar.
Nunca antes lo había hecho... abrí las llaves y deje correr el agua por aproximadamente 2min. en lo que tomaba una temperatura agradable. Una vez que alcancé a percibir la humedad en el ambiente me dejé llevar por el agua. No veía nada, sólo sentía como las pequeñas gotas golpeaban mi espalda y como susurraban a mi oído sus nombres, lo único que ambos podíamos ver era aquella bella mujer que se asomaba por la ventana, de tez blanca, casi tan blanca como la nieve. Su sonrisa era tan hermosa que ambos quedamos perplejos ante tanta belleza y ni hablar de su mirada... era tan... tan... suya... No pude más ásí que cerré los ojos.
En ese instante me llegaron vagos recuerdos de mi infancia, cuándo te empezabas a bañar sólo, cuando eso de bañarte lo detestabas y sólo lo hacías para no terminar como aquellos hombres en los parques que les faltaban dientes y hablaban sólos durante horas, mientras tú los observabas con intriga y hasta cierto punto con una fascinación sin presedentes. Pero ahí estabas, jugando con tus juguetes en la ducha (porque tampoco querías que tus juguetes se convirtieran en aquellos hombres sucios de los parques), finalmente terminabas, te secábas y en menos de 5min. estabas igual o más sucio que antes de meterte a bañar.
De ese vago recuerdo salté a otro un poco más reciente... la secundaria. En dicha época tenía una maestra un "poco muy" extraña (aseguraba ser gato, y trataba a su bolso y a su botella como si tuvieran vida propia), en fin... era de literatura o español (no recuerdo el nombre correcto de la materia). Ella independientemente de la gramática y la ortografía nos llegó a platicar varias historias. Ahí fue cuando conocí al buen Homero y al inolvidable Sófocles... para mi edad eran personajes un tanto anticuados, pero no le quitaban lo interesante a la historia. Un poco más adelante la misma profesora nos dejo leer una infinidad de libros (en verdad fueron 10 a lo mucho), pero para esa edad era un infierno o eso era lo que decían los demás compañeros y hasta la misma profesora en cierta ocasión.
En especial recordé una tarde-noche cuando llegué de la escuela, tenía que leer a Edgar... fue tanto mi gusto por conocer más acerca de ese personaje que terminé su libro e intenté comenzar con otros. Esa noche... se había ido la electricidad, no había que hacer, no había con quien platicar, pero eso sí... había mucho que pensar...
Ahora que estoy aquí, casí en la misma situación, sólo que ahora tengo los ojos cerrados y aunque los abriera... no había que ver. Así que comencé a pensar. Sólo eso... sólo pensar y recordar. Sentí de nuevo como me introducia a su historia Edgar, la forma en la que te hacía sentir mal Benedetti, la forma en la que te aburría Galdós, la fascinación que te produjo Homero y Sófocles, la manera en la que te hacía imaginar José Joaquín, la intriga que te producía Stevenson y su isla, la manera en la que te lamentabas con Willy, cómo te llego a interesar Shelley y Twain, cómo llorabas con Anita, la controversia que te produjo Cervantes, las inumerables veces que leiste lo escrito por Defoe, la forma en la que deseabas un barco y conocer a la ballena de Melville, la forma en la que intentabas comprender a London y su colmillo blanco, cómo soñabas con conocer lo conocido por Julio, la forma en la que te hacía volar Valmiki, el extasis que te producía Dante, cómo es que leiste un prólogo tan largo con Carlos D., cómo era que recordabas a los Grimm y sus historias poco ortodoxas, cómo es que te fascinó la historia de la jovencita Aura narrada por el señor Fuentes, la manera en la que te hizo recapacitar el aviador y su principito, cómo intentaste comprender a Marx y Engels, cómo viajaste hasta lo más recógnito de México para presenciar la narración de Rulfo, cómo intentaste agarrarle el gusto a Franz y finalmente ahora... sólo 100 años es lo que te pido me dijo Gabo.
Finalmente cerré las llaves de la regadera, salí... me cubrí con la toalla y salí de aquel bosque de recuerdos para introducirme a este irreal mundo en dónde todo lo pasado se reduce a unas cuantas palabras... y así fue como llegué aquí... a compartir con ustedes y contigo los pensamientos que inundan mi mente a la hora en que el demonio de la tecnología es derrotado por la magia de la imaginación.
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