29/5/11

Es sólo un lienzo

Hoy no salimos, ni las cortinas abrimos, es mas ni el sol vimos, sólo estuvimos los dos en casa encerrados. No recuerdo el momento en que despertamos, no recuerdo el momento en que dejé la cama para comenzar con una labor que rara vez hacía. Comencé a pintar, y esta vez estabas conmigo.
    El lienzo estaba tendido sobre el piso, la sala no existía. Sólo tú y yo. Tomamos las pinturas y comenzamos. Comenzamos con lo que muchos sueñan, con lo que muchos añoran, incluso con lo que muchos viven. Empezamos a dibujar nuestra vida. 
   No había más en los lienzos que felicidad, nuestros sueños plasmados, nuestros sueños cobraban vida, tomaban color, comenzaban a hacerse realidad. Los trazos se movían, no podían estar quietos. De pronto, los mismos trazos comenzaron a dominarnos, a movernos, a poseernos y hasta convertirnos en parte del lienzo, de nuestro lienzo. De nuestra vida.
Nuestro rostros eran diferentes, una sonrisa infinita podía notar en tu rostro, unos ojos tan profundos que me perdía en ellos como cuando apenas los 12 años cumplidos, éramos unos niños. Nuestras manos se enlazaban, no podían permanecer alejadas, no, eso jamás...
    Comenzamos a caminar por todo el lienzo, había una parte que nos llamó la atención, un lugar especial apenas al principio, era nuestra casa. Nuestra primera casa. 
    No era grande, mucho menos lujosa, a decir verdad nada bonita. Pero ambos la compramos con el poco dinero que teníamos, a pesar que nuestros padres se oponían, empezamos a vivir juntos. ¿Recuerdas? No podíamos estar separados, un día, dos días, me era imposible. 
   Todas las mañanas en esa casa fueron hermosas, inigualables. Despertar sin tener que comer, sin tener siquiera que vestir, no tener nada, era hermoso; nos teníamos el uno al otro. Con eso bastaba. No tenía trabajo, no estudiaba, tú solías ir a la escuela y yo acostumbraba acompañarte, tomábamos la vieja bicicleta que era de mi hermano; recuerdo que esperaba hasta que salieras, no importaba el tiempo que demoraras ahí siempre estaría. Tus padres me odiaban, decía que era un inútil, un bueno para nada... y lo era hasta cierto punto. No sabía hablar francés ni latín, no sabía tocar la guitarra ni el violín, no sabía ni siquiera combinar una camisa con una corbata, era un inútil. Labrar madera, reparar bicicletas, tal vez pintar y uno que otro poema podía escribir, cosas inservibles solía hacer. Cosas sin sentido ni fin.
    El dinero con el que lográbamos sobrevivir lo obteníamos de los contados cuadros que llegaba a vender, más que nada los compraban tus amigas y en algunas ocasiones uno que otro primo que llegaba a venir, el resto del dinero lo ganabas tú gracias a la beca de la universidad. No entiendo cómo lo podías hacer, manteniendo a este espécimen que tenías por prometido, atender los labores del hogar, opinar sobre las horribles pinturas que realizaba y aún así conseguir buenas calificaciones; vaya que eras especial.
    Cómo olvidar los vestidos que bordabas con tus propias manos, como lograbas transformar el pedazo de tela que aparentemente no tenía solución en un lindo vestido con el que lucías espectacular. Verdaderamente eres hermosa.
....
    Te amo.

San Miguel de Allende


















24/5/11

Cómo volver el tiempo atrás

Es increíble como un sentimiento puede permanecer cautivo durante años, permanecer oculto en las entrañas del alma. Con pequeños desvaríos que tientan al alma a permanecer unido con la otra. Almas aparentemente impares, solitarias, separadas, incomunicadas. El recordar su voz, el recordar los momentos que pasaron, probablemente no juntos, pero sí el apoyo que se brindaron mutuamente. Esos tiempos eran perfectos, eran tiempos atados a ella. No se conoce mayor sentimiento que el amor, éste es capaz de todo, absolutamente de todo. No sé en verdad qué es lo que llaman amor, pero eso que sentía cuando escuchaba su voz, cuando esperaba la hora para llamarle, los nervios que sentía al tomar el teléfono, la felicidad que producía el tener una conversación de varios minutos... el tiempo no importaba, lo único que importaba era que estaba en cierto punto, con ella.

Días, meses, años permaneciste en mi mente, sólo en mi mente, una que otra noche aparecías en mis sueños. Por la mañana me preguntaba, qué sería de aquella persona. Nunca lo supe. No porque no lo quisiera, simplemente nunca la encontré, era bastante frustrante, más bien, lamentable. Llegué al punto de dejar de buscar y empezar a aceptar. Preferí imaginar que todo marchaba del modo que debía marchar, que te encontrabas bien y sobre todo que eras feliz. 
     Continué con mi vida, momentos felices, tristes, abrumadores, graciosos, sólo momentos... como es la vida en sí. Recuerdo que aveces la extraña sensación al tomar el teléfono volvía, pero en ese momento no recordaba el porque. Era gracioso. Canciones que hacían volar mi mente hasta aterrizarla en años pasados, palabras que eran únicas de ti. Cómo olvidar tu bello vestido y tu increíble persona en aquella fiesta, cómo hacer volver el tiempo y verte de nuevo por tres días en la que después sería tu escuela. Cómo volver a aquella fiesta de cumpleaños en tu bonita casa. Cómo volver el tiempo atrás.

18/5/11

La despedida

Amada mía:
Regresar el tiempo, ser de nuevo niños,
desconocer el mundo y asumir que es nuestro.
Mirar al mañana con confianza, 
tener la certeza que todo seguirá igual,
que nada cambiará. Tú y yo estando juntos
fue la forma más perfecta de retratar
la felicidad en su máxima expresión.
Es una lástima que el sueño que una vez vivimos 
se esfumo en el tiempo como desaparece la luna al clarear. 
Imaginar que el tiempo se detuvo y nos mantuvo
al tanto de los sentimientos del otro.
Fingir que lo que sucedió estuvo bien,
que nada pasó y que la misma sonrisa antes dibujada en tu linda boca, 
continúa iluminando mi corazón.
Esto no es nada más que un triste adiós,
me encantaría seguir queriéndote, 
ansiando el momento en el que estuvimos juntos,
esperando aquel beso con el que culminábamos cualquier conversación.
No merecemos ser castigados de esta manera,
no nos hemos hecho acreedores a  sufrir de este modo,
es mejor que aquí acabe todo,
fue un gusto haber estado a tu lado
pero siento que este sea el final
del cuento que nunca pudimos culminar.
Mi eterna doncella, mi eterna princesa, 
cómo es posible que el final no haya sido así,
es una lástima tener que huir de este modo,
espero me entiendas y continúes con esto a lo que llaman vida.
Me despido musa mía, mujer de sueños, mujer de encanto
no sin antes recordarle cuanto la amo.
-Su esclavo y enamorado

15/5/11

Caminando por el Centro Histórico

Por allá


Raíces


Esperando

"La Enseñanza"


A detalle


Cerca de él
A lo alto

El camino que se debe seguir


Convivencia

Estático




Caminando

En movimiento


Esperándote


Los vigilo


Desde abajo

Tallando

14/5/11

Soñé que...

Soñé que compraba una buganvilia, si de esas flores color magenta. Estas flores no expiden un olor característico, mas bien son como hojas, no pétalos.

De pequeño acostumbraba mirarlas, me encantaba el hecho que las pequeñas abejas se introdujeran en ellas, salían todas llenas de polen. Por la casa de mi abuela había una pared llena de buganvilias, parecía que estaba formada sólo por las plantas, era impresionante, por lo menos para mi edad. Amaba ver la banqueta de color magenta, llena de flores. El sonido al pisarlas era realmente veraz.

Compré la pequeña flor en un huerto, cerca de donde actualmente me hospedo. No me sorprendió en ese momento que apareciera un huerto donde horas antes había estado un consultorio dental. Que importa, ahora tengo una buganvilia, y vaya que es hermosa.

Seguí caminando a lo largo de la ya deshecha banqueta. Esta vez no había gente conocida en la calle. Pero algo me llamó la atención. Entre las ya floreadas jacarandas caminaba una bella dama. Usaba un sombrero que combinaba muy bien con su vestido. Este último era rayado, azul con blanco; hermosos colores. Por el sombrero se asomaba su lindo cabello lacio, caía hasta sus hombros. Era negro, brillaba, era eternamente precioso, maravilloso.

Ella iba del otro lado de la calle. El sol hacía brillar el vidrio de sus anteojos. No sabía si me miraba, pero obviamente sabía que la observaba. No me importaba. Continué caminando. 
Por un momento creí que mi buganvilia se sentiría celosa. No fue así. La mujer del vestido azul no mostró importancia a mi mirada, ni un ligero gesto, ni un ademán. Mi presencia en esa calle se esfumó al momento de entrar en contacto con aquella mujer.

Pasó, ahora a mis espaldas estaba. No me decidí a voltear hasta que llegué a la esquina. Una esbelta silueta se dibujaba al final de la calle, era ella... tan hermosa. ¿Pero qué pasa? Sonrió. No lo podía creer, la mujer del vestido azul me había sonreído. Estaba totalmente inmóvil, mi mirada perdida, mirando a la nada. De pronto olvidé a donde me dirigía, ella ya no estaba.
Llegué al portón de mi casa, no podía abrir, tenía a mi buganvilia en brazos. La dejé un momento en el suelo para sacar las llaves del pobre morral que colgaba de mi hombro. Ahí estaban, justo al lado del viejo libro que ella me había regalado. Ese viejo libro vaya que tiene historia, no es muy agradable pero me recuerda a ti...

Entré a la casa, estaba sola, oscura, vacía. Aún olía a ese triste invierno en el que te fuiste, era frío, confuso. Las fotos continuaban intactas, el cuadro inconcluso y el librero vacío, te fuiste y todo en la casa quedó... así como está.

El sillón rojo. Era del abuelo, tendrá sus años pero sigue siendo igual de cómodo... como me hubiera gustado conocer al viejo. Vaya, no puedo dejar de pensar en ella. Fueron contados segundos los que invadió su presencia en mi ser, no puedo creer que ni su nombre conozco y su mirada proyectada en mi mente continúa latente. Es de esperarse después de un día tan pesado. ¿O fue la hermosa sonrisa que robé al doblar la esquina? Espero tengas la respuesta flor mía...



3/5/11

La eterna bruma

Un silbido al eco recitado, al río una piedra lanzada,
un libro a las llamas arrojado, una botella de vino derramada sobre la cama...
un alma rendida entre las sábanas.

Una criatura hermosa yace en ella, 
una deidad perfecta se manifiesta,
un simple mortal la observa,
la desea... anhela con tenerla.

Sólo están ellos, nadie más en la habitación.
El viento que logra colarse por la ventana,
la respiración de la musa y el latir de ambos corazones,
una completa sinfonía. Armonía total.

Hermosas cosas he visto, pero nada como eso,
nada como aquella noche, la Luna en verdad hizo magia.
Hechizó cada rincón de esa habitación, encantó ambos cuerpos,
los unió de tal modo que fueron uno, un sólo ser en esa alcoba, 
en esa sinfonía de amor.

Fue eterna la noche, el alba tardó años en aparecer por la ventana,
el viento poco a poco dejó de susurrarles al oído.
Comenzaron a despertar, el encanto de Morfeo 
comenzaba a disiparse, la belleza del amanecer era inigualable, 
era simplemente perfecto.

Él no podía dejar de mirarla, no podía apartarse de ella,
era imposible dejar de abrazarla, era imposible dejarla.
Su primer día con ella y probablemente el último,
él sabía que no pertenecía ahí, que no era su destino.

No sabía su flor favorita, no sabía de donde provenía,
ni su nombre tenía. Era un pobre hombre lleno de dudas.
Era un hombre completamente perdido, un hombre abandonado
por su propio sentido; simplemente un hombre rendido.

No quería despertarla, no quería que se percatara que un extraño había estado ahí. Evitaba hacer ruido mientras me levantaba. Me fue imposible no mirar por la ventana. Estaba nublado.
Una extraña bruma amenazaba con descender al valle.

La neblina comenzó a cubrir la casa, a todo el pueblo. Era primavera por lo que eso era poco común. No había gente en las calles, las luces continuaban encendidas. El sol comenzaba a ocultarse. La oscuridad empezó a reinar en el valle. En mi corazón.

La incertidumbre empezó a dominarle,
a llevarle al grado de lo absurdo.
No comprendía la razón, mucho menos la solución,
el valle estaba oscuro y su corazón en apuros.

Intentaba sonreír, admirar lo que descansaba sobre la cama,
sobre lo hermoso que había sido todo. Le era imposible.
La idea del valle completamente a oscuras era desquiciada,
dominaba alma y cuerpo. El temblor era inminente.

Esperaba salir de ahí lo antes posible, la sinfonía se había vuelto la estridencia insoportable que era su vida antes de irrumpir en la vida de la deidad perfecta a la que llamaba su musa. Él estaba perdido. Un simple mortal en las manos de la eterna bruma.

Comencé a sudar, las manos las tenía frías, mis dientes comenzaron a chocar entre sí. Los ojos me ardían, el sudor había superado mis cejas. El frío era insoportable.

Aún tendida en la cama, su musa continuaba, 
mas no por eso el único elemento de obsesión 
del mísero hombre. La bruma cesaba.

La cordura regresaba y el miedo emergía,
él estaba solo, la musa despertaba.

El dilema era emanado por los rayos que atravesaban el fino vidrio. Ambas opciones parecían funestas, la coyuntura estaba perdida.

Optó por marcharse, por huir como todo ser, 
como todo humano. Evitar a su musa.
Mientras caminaba entre la ya ligera bruma,
no podía quitársela de la mente,
esperaba llegar a casa y olvidar lo acontecido en el valle.

Le fue imposible, el pobre hombre a toda hora 
la recordaba. El viento, el valle, su propio corazón, la bruma.

Un pasado algo lejano, lo inquieta,
lo incita a actuar de cierta manera;
el odia ese pasado, él desea olvidarle,
comenzar con un nuevo pasado, uno que no desvaríe.

Él sonríe. Él lo siente, pero lo finge.
Es tan humano como nosotros, tan triste,
tan miserable como todos. Somos humanos,
indecisos, inseguros, traidores, pero al fin, 
siempre dispuestos a dormir con nuestra musa.

Me agrada

Que extraña es la vida. Miles de situaciones, de emociones, de condiciones.Todo sujeto a condiciones, a circunstancias, a tantas limitaciones. ¿Cuál es la diferencia?

Tan limitada, tan establecida y definida, pero a la vez tan única y especial. ¡Qué daría por que fuera sólo mía!

No puedo creer que poco a poco poseyeron de ella... que poco a poco se apoderaron de ella, hasta que en su interior hicieron brotar la bella flor que ahora se posa sobre mi alma. El umbral es casi imperceptible, es invisible a mis ojos. Ellos lo notan.

Esperando que el sol se asome como lo hizo ayer. Esperando que comience otra vez. Dejando caer lo que una vez me sostuvo, comenzando a creer en lo que ellos me proporcionaron. Extrañan que sea yo.

No me dejes hablar como ellos, no me dejes mirar como aquellos. No dejes que sea como ellos.

El sol está bañándonos con su luz, desnudos no estamos. Comienza con una canción, un poema, un dibujo, lo que sea; pero comienza tú. No me dejes sola.

Caminemos. Mira al cielo, nota que el cielo es totalmente azul. Es muy parecido a tus ojos: es inmenso, como tus enormes ojos; también es claro y hermosamente azul, lleno de profundidad y misterio. Vaya que es extraño.

Mira el musgo que crece sobre la corteza de ese árbol. Es muy verde, también es suave. Un poco húmedo... Está vivo.

Aprisa que no llegaremos a la ceremonia, rápido que la noche nos alcanzará. Deprisa que nos perderemos. Hallemos donde sentarnos, porque debes estar cansado y un poco alterado por todo lo que hemos pasado. Descansa.

Estamos solos, nadie ha llegado. Tantas luces, velas también. Un libro, dos libros... ¿pero qué es esto? Supongo que es una biblioteca. Hay libros.

¿Por qué me miras así, hice algo mal? Contesta, háblame. ¡Menciona algo, dirígete a mí!

¿Qué quieres que te diga, qué es lo que quieres escuchar?

Lo que sea, ansío escuchar más.

¿Cómo?...

Definitivamente me agrada.

1/5/11

Deja que fluya el silencio

Haz perfecto el momento y deja que fluya el silencio.
Mantén la boca cerrada, no menciones palabra alguna.
Cada vez que lo haz hecho, irrumpes la realidad del momento.

Mantente cerca de mí, estar lejos sólo me hace sentir
el triste frío que la distancia me hace sufrir.
Mírame y hazme saber lo que sientes, 
no con palabras, no con gestos,
sin mentiras, sin engaños.

Tu sonrisa ahora no significa nada,
tus tiernas y dulces caricias,
ahora efímeras, sobran.

Una simple mirada y sabré qué tan real fue este momento,
qué tanto perdí, qué tanto me robaste...
Indudablemente es lo hermoso del presente, que todo lo siguiente,
depende exclusivamente de éste.

Sólo en tus ojos, encontraré la respuesta a mi eterna duda,
no me importa la respuesta, pero ansío ver los luceros
que por la noche iluminaron mi camino hacia la inmortalidad.
Por favor no me dejes caer, no me dejes abatido ante ti,
no dejes que muera en vida por ti... no me dejes sin ti.

Comienza conmigo. Espero que por la mañana la historia sea la misma,
sin respuestas, ni abatimientos, sin mentiras, ni desilusiones...
Un día más en este eterno purgatorio, 
sin penitencia, sin dolor, ni castigo...

Comenzaré quitándome la vida, al aceptar que la triste realidad de la que fuimos cautivos, sólo fue eso, una pasajera verdad que con el tiempo se fue esfumando hasta hacerse un recuerdo, al cual mi mente se vio atada hasta el punto de llegar a escribir esto sin mi consentimiento.

Estoy solo. Esta vez no me encuentro caminando,
mucho menos sentado, sólo me encuentro.
La luz de la vela ilumina mi cordura,
el silencio de la vía alimenta mi codicia.

Ojalá papel, fueras el amigo que tanto deseé,
el que alguna vez me dio consuelo, 
consejo e incluso alivio en las horas noctámbulas
del mes de abril, febril.

Febril el día en el que te conocí, hacía tanto calor que los zapatos parecían fundirse con el pavimento. Las flores parecían evaporarse al son de un terceto. 
Comenzaste a sufrir.

No empieces a llamarme loco sin siquiera haberme dicho extraño. Sin siquiera nombrarme como lo haría mi madre. No recuerdas la razón por la que me citaste.
Era el mes de abril.

Imprudencia, insensatez, qué otra palabra se me viene a la mente. Tú. 
Sólo tú pudiste hacer eso, sólo tú merecías hacerlo... 
sólo tú, aquella noche en la que la luna se posó sobre nuestras espaldas.
Solamente la Luna fue testigo.

Testigo de barbaridades, de locuras, de irreverencias. 
No me dejarás mentir, el presente no me dejará mentir. 
No bastan palabras, no hacen falta... 
Lo único que hace falta es la Luna iluminando el presente,
haciendo fluir el silencio en mi mente.