13/12/14

Breve amanecer

Björnkulla, Estocolmo, Suecia
Breve amanecer. Confío que sea suficiente. Confío que el sol aparezca de nuevo, pronto. Confiero mis penas a ti, por cierto. Me esfumo entre cuerdas y lineas, surjo del suelo y me vuelvo neutro. Normas de agua, nubes de hielo, ¿en verdad me esmero? Asiento, respondo, me vuelco. Vagamos por tierras sin nombre, preguntando, no entendiendo, aprendiendo del cielo. Recuerdo el cielo, era color de arena, infinito, sin nubes, sin cielo. Intermitencias, latentes, furtivas, discretas, sincretistas, si acaso sinceras. Nombres de llama, recuerdos de lana, corazones de mentes, siervos atemporales, sin cuerpo y sin nombre. Locos los llaman, locales alaban, pierde el sentido, recobra venganza. Confiesa la vida, confiere tu muerte. Acepta la espiga que del centro emana, no envuelto en ego, sino del censo. Del campo que cubre mares y montañas, aldeas y praderas, el centro del centro, el centro del fin. Fuertes peldaños que infieren la vida, que la hacen suya, caminan, también respiran.  Qué fuerte es el viento que del sol emana, empapa la costa y la llena de vida. Enfrenta la marea que cae del cielo, siéntete libre de dudar con el sol, y es que la luna nos mira de noche, y se baña de espaldas. Vive de sueños y llora de día o sólo de risa. Sólo ellos lo saben y es que desde siempre, se han mirado de frente.



10/12/14

Estática, vuelve

Sigtuna, Suecia
Era tiempo de despertar: la eterna neblina, la añorada primavera, llegábamos temprano. Comíamos mientras nos íbamos. No comprendo la última gota de letra, la noche anterior al fracaso, al otoño. Son hojas lloradas, son cantos nunca templados. Son fines y hombres, son mentes que huyen. Son versos en prosa, son cuentos y dos metáforas. Cansado me escribo, porque la tinta desde antes de empezar ya se había agotado. Un lago congelado o una mente estática, sedentaria, rellena y envuelta, se vuelca y recuerda. No te conoces por eso te escribes, tal vez en un futuro te leas, te rías o termines por empezarlo. La y es una sola palabra que significa todo, lo adjunto y lo perdido, la ciudad entera colapsa y con ella te lleva. Tuvieron que pasar tres meses para que se detuviera, para que te preguntara si seguías vivo, no lo sabe: ¿Lo sabes? No entiendes, te ríes, te fríes. Confundes, escuchas, piensas, no ofendes, te sientes, no vuelves. Caminas, sentado, sueñas mientras te llenas, vacías y andas. Temes, sin duda. El cielo, el mar, la luna, confiesan. Tu mente resiste, tu cuerpo asiente, se rinden, se confunden con otros. Llegamos, como en cada escrito, como en cada verano, a lo mismo. Te hiere, y es que creces, dudas, creces, pero nunca vives. Son letras en forma de imágenes, ¿O es al revés? ¿Es sólo una letra el poema más corto? El sol no ha salido y con él, mi cordura se ha perdido.

12/11/14

Comas

Teotihuacán, México, México
Para. Empieza de nuevo.
Prosigue. Respira y empieza de nuevo.
¿Entiendes? Comienza.
Es por siempre, confirma, confianza, respira.
No juzgues, juzgate. No empieces: Empieza de nuevo.
Sonríe, confunde, duda, cuestiona, moldea tu mente.
Escucha primero, después, para: Termina de nuevo.
Fabrica tus sueños, empieza con comas, termina con ellas.
Pasea, escucha y expresa. Juzga tu ego.
Reemplaza las comas con pestañeos, 
confiesa tu ignorancia, dale confianza, escúchala.
Volviste a este punto, terminas con coma.
Habla contigo, hazte amigo de tu persona.
Conoce tu ego, conoce tus comas. 
Respira tu confianza, no temas a respirar.
Acepta tu ignorancia; vuelve a empezar.
Termina, porque en la siguiente coma empiezas.
Escucha: Aprende tu mente.
Comienza a vivir.



12/10/14

10 de octubre

Fue hace cinco años que comencé a ignorar la vida. Comencé a desconfiar, a valorar y a vivir. No comprendía, y sigo sin comprender la mayoría de las cosas que me rodean. Tantos capítulos he dejado pasar, en cuántos he vivido y cuáles recuerdo; han pasado cinco años. No sé siquiera si sigo siendo el mismo, es obvio que no, tal vez me remplazaron, me convencieron; no tengo idea. De lo único que estoy seguro es que me sigue doliendo lo que veo, es una lucha de nunca acabar. Ya sea que lo lea, que lo escuche o que lo vea en televisión, sigue siendo lo mismo: Un gran espacio llano, vacío que hiela y eriza toda mi piel, me hace sentir ese cosquilleo en la nuca, los ojos pesados, visión borrosa, no poder hablar; me hace evocar. No tengo idea de cómo lo logramos, cómo, hasta hoy, lo seguimos logrando. Yo tan lejos y todo sigue siendo igual, lo mismo: Palabras, silencio, pasos, palabras. Ya no quiero saber más de eso, me enferma estar así, no me agrada sentirme de esa manera; pero cada día leo el periódico desde hace cinco años con la esperanza de encontrar la noticia, no en la portada, no a doble columna, una nota, un párrafo: Todo terminó. Es esperanza, creo es la palabra, lo que supongo me mantiene aquí, caminando, una sola lámpara,  en un lugar que nunca imaginé conocer. No sé cuánto tiempo más tendré que esperar, no sé en verdad si esto en verdad tiene final: Sólo quiero:

26/9/14

Mi México

Marcha del 2 de octubre del 2013
México. Mi México, el México que yo percibo está cansado. Cansado de tantos años de pretender, de tantos años de querer ser alguien que no es, el país que está cansado de no saber ya siquiera quién es ni quien quería ser. Mi México lo tiene todo: desiertos, grandes ciudades, selvas, bosques, una biodiversidad que en sólo unas cuantas partes del mundo se encuentra; mi México también tiene historia: la cual condenamos, añoramos, esperamos pero nunca aceptamos. Mi México quiere cambiar, quiere tener nombre propio, que lo escriban con letras mayúsculas, que sepan qué idioma se habla dentro de sus fronteras, que sea un referente, pero mi México, siempre con la cabeza agachada, se cruza de brazos y espera. Mi México no sabe qué esperar, o mejor dicho, lo sabe: siempre esperando lo peor. Mi México es una tragedia, una tragedia griega leída desde un sillón, donde el protagonista sólo hace eso, leerla y sin darse cuenta él es el único personaje; él sabe qué ocurrirá, sin embargo no hace nada: sólo acepta su destino, sin siquiera mirar al lector. Mi México se encamina a su muerte desde su sillón, se aproxima al borde de la locura, del destierro. Amo a mi México y no me gustaría verlo sucumbir así. Tierra de grandes pensadores, de increíbles movimientos, que sin embargo se han diluido por una apatía generalizada, apatía generada por la inmutabilidad y conformismo; pereza, negligencia. Grandes cambios se están dando, lamentablemente no en el sentido que, por lo menos, yo deseaba; la juventud es la única capaz de enderezar dicho trayecto. El trayecto hacia un México capaz de voltear la página, de no memorizar, sino de aprender y aceptar: de madurar. A mi México lo extraño. Lamentablemente, en este momento, sólo lo leo.

17/9/14

Algo de números y cerveza


Estamos

Algo de números y cerveza


La manera más barata en todo Suecia de llegar a un estado de ebriedad es con cerveza. Hoy no tenía nada que hacer (en verdad sí tenía, pero me no quería leer de nuevo) así que recurrí a hacer cosas con los números.


Todo es muy caro en este país, o por lo menos para mí ya que vengo de un país de América Latina, sin embargo todos los demás estudiantes de intercambio con los que he hablado concuerdan conmigo; en fin, por muy caro que sea los jóvenes siguen consumiendo cantidades impresionantes de cosas que aparentemente no necesitan, como: tocino, jugos, leche, pan dulce, nutella, cigarros y por supuesto, alcohol.  

Este último juega un papel muy importante en la sociedad sueca, por lo que he escuchado y visto, este país europeo tiene singulares problemas con el alcohol, y a diferencia de los demás países "normales", su gobierno optó por monopolizar la venta de alcohol. De manera que si deseas comprar bebidas alcohólicas con porcentaje mayor a 5, tienes que asistir a la inconfundible Systembolaget. Y, como era de esperarse, no hay una en cada esquina. Para hacer una comparación algo burda, en todo Suecia (que es aproximadamente del tamaño del estado de California en Estados Unidos) existen solamente 426 Systembolaget, mientras que en México, sólo en la Ciudad de México existían según el INEGI en el año 2010, 419 tiendas OXXO (seguramente esta cifra a la fecha tiene por lo menos una centena más), tienda que es donde comúnmente los jóvenes adquieren este tipo de bebidas. Pero no conforme con esta comparación, haré más énfasis entre la diferencia descomunal que existe entre ellos: Suecia cuenta con 449,964 km^2, mientras que la Ciudad de México con apenas 1,485 km^2; es decir, que en Suecia hay un Systembolaget en cada 1,074 km^2, mientras que en la Ciudad de México hay una tienda OXXO cada 3.5 km^2 o bien, si se quiere incluir el resto de los más importantes establecimientos comerciales como Walmart, Soriana, Comercial Mexicana y 7-Eleven donde también se puede conseguir alcohol, suman en total 925 establecimientos, lo que nos lleva a que se encuentra una tienda de esta índole (sin tomar en cuenta las tiendas de abarrotes, comercios informales, misceláneas, ni demás establecimientos) cada 1.16 km^2; es decir que aproximadamente cada 6 calles te encuentras con un lugar en donde se puede adquirir alcohol.

Dejando atrás un poco el aspecto estadístico, pero no matemático, me enfoco en lo que en un principio desató mi curiosidad por empezar a escribir esto. Dicha razón fueron los precios, así como la incongruente necesidad de la sociedad estudiantil por comprar en tierras escandinavas el tan codiciado alcohol.

Desconocía la cantidad necesaria para "ponerse borracho", variaba de persona a persona a mi parecer. Pues así es, depende de la masa corporal que el individuo a embriagar tenga. Es por ello que para cuestión de cálculos consideré un individuo masculino, adulto, con peso de 69 kg y con 5 litros de sangre fluyendo por su cuerpo. Desconozco si todas estas consideraciones son del todo correctas, pero sinceramente después de los resultados obtenidos por medio de los cálculos quedé bastante convencido.

En fin, después de algo de investigación -la cual no es tema de este escrito-, llegué a la conclusión que el hígado puede metabolizar un promedio del 94% del alcohol ingerido, teniendo la mayor concentración de éste en sangre a los 30 min de haber sido ingerido. Es por ello, que después de más investigación llegué a algunas cifras que marcaron la pauta para el desarrollo de todo el análisis: La máxima concentración de etanol en sangre en el aspecto legal para que algún individuo pueda manejar es 0.1%; mientras que 0.2% es la concentración con la que se llega al estado de "euforia", que supongo es el tan ansiado momento "feliz de la borrachera"; por otro lado, 0.5% es suficiente para caer en un estado de coma; y 0.6% para morir.

Una vez sabido esto, comparé las diferentes bebidas alcohólicas disponibles en Estocolmo, por medio de la página de internet del Systembolaget, siendo iguales los precios, horarios (entre semana 9:00-18:00 y Sábados 10:00-15:00, sí... no omití el Domingo) en todas sus sucursales. La comparación tomó en cuenta todos los licores disponibles, sin excepción. Lo que buscaba encontrar era la bebida alcohólica que proporcionara la mayor cantidad de etanol por el menor precio.

Ya comparadas las diferentes bebidas, así como las respectivas presentaciones, llegué a la conclusión que la manera más económica de obtener la mayor cantidad de etanol en Suecia es por medio de cerveza. (Por cierto, olvidé mencionar que incluso para comprar etanol en la farmacia (apotek en sueco) se requiere receta médica).

Una vez elegida la cerveza como bebida embriagante más económica, comparé las diversas marcas disponibles por medio del cociente sek/mL (coronas suecas por mililitro de etanol), llegando a la conclusión que la cerveza danesa Bjornebryg Extra Stark, en presentación de 500 mL con 7.2% de alcohol, es la más económica, teniendo un costo de 13.2 sek (más 1 sek por la lata). Ya con la presentación elegida, se calculó, por medio de sencillos sistemas de ecuaciones, la cantidad de latas necesarias para llegar al estado de "euforia", así como el precio económico que se ha de pagar. 

La mágica cantidad de 4.5 latas fue obtenida, con un costo total de 64 sek, lo equivalente a 119 mxn (tomando 1 sek igual a 1.85 mxn). Dichos valores no me parecieron excesivos, sin embargo ¿con qué tanta "euforia" viven los jóvenes en México?

Era el turno de México. Elegí algunas bebidas alcohólicas nacionales. Dos cervezas y un tequila: Cerveza Indio, Cerveza Nochebuena y Tequila José Cuervo Especial. ¿Por qué elegir estas muestras habiendo "tanta" variedad en el país? La respuesta es simple, la Cerveza Indio es la que comúnmente consume tanto la juventud como la gente mayor, sin embargo la elegí porque es la cerveza que más fácil se consigue en la Ciudad de México y siempre, pero siempre, está en promoción (es decir, es la "más barata y buena"); por otro lado, la Nochebuena la elegí porque me pareció bueno tomar en cuenta una de las cervezas más "artesanales" que se encuentran en México (es la que mayor grado de alcohol maneja en lo que respecta a las dos grandes empresas cerveceras del país); y por último, el Tequila José Cuervo Especial, porque al igual que la Cerveza Indio es bastante común, es de relativamente buena calidad y teóricamente barato.

Entrando más de lleno en los números, comparé dos presentaciones de la Cerveza Indio (4.5% de alcohol) la presentación "de media", es decir 355 mL y el "caguamón" de 1200 mL; la presentación de la Cerveza Nochebuena (5.9% de alcohol) es de 355 mL; mientras que para el tequila consideré una botella de 750 mL con 38 % de alcohol (y la medida de un caballito igual a 2 oz).

Los resultados me resultaron realmente informativos, no sé si de ahora en adelante será cultura general o no, o solamente fue ocio, o tal vez algún día esto me pueda llegar a salvar la vida, no sé. Los medios tanto físicos como económicos que requieres para entrar en un estado de "euforia" se presentan a continuación en mxn (pesos mexicanos o $):
  • Bjornebryg Extra Stark (7.2%): 4.5 latas de 500 mL por un precio aproximado de $118.
  • Indio (4.5%): 
    • 11 botellas de 355 mL por un precio aproximado de $100. 
    • 3 botellas de 1200 mL por un precio aproximado de $90.
  • Nochebuena (5.9%): 8.5 botellas de 355 mL por un precio aproximado de $102.
  • Tequila José Cuervo Especial (38%): 7.3 caballitos por un precio aproximado de $70.
Una vez terminados los cálculos, inquietudes y pseudo-explicaciones, no queda más que añadir, sólo unos datos curiosos: El precio de la Cerveza Sol de 330 mL aquí es de $26.60, mientras que una botella de José Cuervo Especial de 700 mL es de $526; así que ¡aprovechen! o ahorren y compren cosas que valgan la pena.


Referencias consultadas:
  • La Ciudad del Walmart. Diario en línea: Contralinea. 10 de octubre del 2010. Recuperado el día 17 de septiembre del 2014, de: http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2010/10/21/la-ciudad-del-wal-mart/
  • Systembolaget. Página de internet. Recuperado el día 17 de septiembre del 2014, de: http://www.systembolaget.se/
  • Consumo y nivel seguro de alcohol U.S. National Library of Medicine. Recuperado el día 17 de septiembre del 2014, de: http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/001944.htm
  • Ciudad de México. Google maps, para el cálculo de la media de número de calles por km. Recuperado el día 17 de septiembre del 2014, de: https://www.google.es/maps/place/Ciudad+de+M%C3%A9xico,+D.F.,+M%C3%A9xico/@19.4210558,-99.1634069,15z/data=!4m2!3m1!1s0x85ce0026db097507:0x54061076265ee841

12/7/14

Luces

Luces, llenas e infinitas, sonoras que arrancan la vida. Locura que inunda la alcoba, que empapa la luna, que lleva la bruma. Poemas malditos, rostros sin trino, que alcanzan el filo. No estudia la vida, azora la hora, sueña loar de día. Tu inicio vuelca el horizonte, hace entrever un amanecer  frustrado por la última llama de un océano triste, enterrado. Es la madera pulida haciéndose cristal, es la brisa matutina que arranca mis cobijas y me arrastra hasta tu pedestal, son los segundos como granos capaces de ser contados, las estrellas capaces de desmentirnos, de reírnos y de contarnos. Somos dos o fuimos diez, seremos cuarenta y dos imágenes repetidas, uno contra otro, iguales, invertidos, llanos. Ausencias, lugares, de mente. Son hoja tras hoja, que caen, que llevan, historias plasmadas, la historia de siempre, de vida y de muerte. Es gente, vesania, demente, que hiere, de hieles. Comprendes. Es julio y aún llueve, no para y no juzga, amanece igual que anoche, se nubla: no llueve. Sonrisas de barro con ojos de cobre, tú llevas las manos entre ese uniforme. Descubre y reconoce. Confiesa y confirma. Confiere y asiente. Las luces se apagan, aún luces.

20/6/14

Ciudad de un hombre

Esboza el horizonte, mira hacia las fronteras del valle. Nota lo irregular del relieve, hazlo narrar. Confunde las casas aledañas, intenta ver más allá del último cerro. Descubre la ciudad perdida, la futurista, la que aún no está lista. Cuenta los parches verdes, distínguelos de los últimos. Nombra cada una de sus calles, bifurca sus avenidas, fragmenta sus plazas. Llama a cada uno de sus caídos, distingue y enaltece cada uno de sus palacios. Extirpa toda memoria de su centro, toda vivencia de sus alrededores.

Pregunta y piensa a los 32 tlatoanis que alguna vez mantuvieron el lago. Confiérele tus amoríos a las 47 estrellas que resguardaron el firmamento. Nota el reflejo que la ciudad causa en el cielo, la manera en que lo priva de su propia identidad, de su propia luz. Distingue los celos de la luna propia del valle hacia las otras lunas, enferma, llena cada una de las noches transcurridas, translúcidas. Escucha a la ciudad perdida, identifícate y niégate, como ella lo ha hecho con nosotros por más de 500 años. Niégala, porque es la única manera de trascender, dale la espalda a los años, dale la espalda a lo único que ella tiene por el hecho de existir. Dale la espalda, dale tu vida y llénala toda.  Cara de todo, llena de lodos, no de todos. Ente insatisfecho que añora hasta la fecha, hasta un nombre o ¿Acaso un hombre? Espacio. Esperanza que nace a cada mañana, con los ojos fijos hacia el último rayo de nuestro sol, esperanza que llena cada corazón y cada mente; es el deseo por volver a ser inundada con el fin de volver a ser fundada. Lo pide a gritos, sacude su velo, lo lleva al cielo. El valle resguarda el secreto, aquel que sólo él podrá revelar a su regreso.



7/6/14

Camino

El último respiro: el que hace recordar.

Estaba oscuro, al parecer el día al fin se disponía a terminar. Aún hay que llegar a casa, el viento es fuerte, probablemente empiece a llover. Espero. El mismo camión, ¿por dónde se irá? Lo desconozco. Subamos, qué importa por donde nos lleve, siempre terminan llegando al mismo lugar. 

Es curioso, casi todo el camión está lleno de hombres. Sombreros, ancianos con las manos agrietadas por el trabajo y la edad, costales llenos de algo; oficinistas, portafolios, No quiero dormir, eso implica mucho, incluso tiempo; sin tomar en cuenta que la música que envuelve el lugar no lo permitiría, del mismo modo que la manera tan peculiar de manejar.

Llegamos, todos. La mayoría baja donde yo. Subir el puente, caminar, esquivar golpes de gente apurada, respirar ese peculiar olor a smog combinado con destellos de tantos alimentos preparados en el momento: es el fin de la ciudad. Me detengo justo en medio del puente. Miro hacia el cerro coronado con esas ocho antenas. Lo observo, miro la marea que ya casi lo envuelve por completo, miro el río que pasa justo a un lado y que llega hasta debajo de mí y continúa. Cierro los ojos, intento imaginar y a la vez recordar. Sigo mi camino: hay que atravesar la ciudad.

Tres pesos. No son conmemorativos, esta vez será sólo uno. Miles de personas caminan junto a mí pero en dirección contraria, van a donde no conozco, donde dicen que se ve todo desde arriba, donde en verdad comienza todo. 

No me quiero recostar, sé que si lo hago no tardaré en dormirme, aunque con todas estas preocupaciones lo dudo. Los vagones, aún vacíos. No tardarán en llenarse. "Transbordar y luchar" -casi parece cierto. La misma gente, es imposible recordar todos estos rostros, sé que todos ellos me conocen y yo los conozco. Es curioso voltear, mirar a los ojos, fingir despreocupación y mirar el suelo, sin despegar la mirada de aquellos ojos, los que sean, del vendedor de discos, de los pequeños niños con papelillos de colores, del vendedor de chicles, del señor con sombrero, de la señora con tres hijos que no encuentra lugar, es difícil no voltear. Pareciera que a un lado del anuncio del gobierno de la capital existiera un letrero que advirtiera: "Teme y desconfía de todo aquel que se atreviere a mirar". Parece un juego. No hay nada que observar, conoces toda la publicidad, conoces cada estación, el orden de las mismas, conoces el color del suelo y lo curioso que funcionan las ventanas; no hay nada más que observar. Los conoces a todos.

Es tiempo de transbordar, al fin podrás respirar, aunque sea ese aire húmedo que nunca deja de salir de esos ventiladores gigantes, aquellos que desplazan consigo el olor a pizzas y tortas que custodian todo el gran pasillo. Bajas aún más, ya conoces dónde pararte, dónde se abrirán las puertas para al final encontrar las tan deseadas escaleras para poder escapar. Llega un tren, lo sabes porque el policía lo anticipa con gritos y silbidos que se vuelven automáticos. Este tren viene mucho más lleno: bajan: subes. Buena parte de la gente que abordó contigo los viste en el otro tren. No los ves, no te ven. Todos lo entienden.

Desearías dormir. Sí, desearías. Pero estás parado, como casi las cien personas que miran hacia la misma ventana, miran los mismos anuncios, los que cambian cada dos semanas -en verdad lo sabes, ellos también-; miran a los demás que no lograron entrar o a aquellos que sólo aguardan; todos ellos se van difuminando, alargándose, hasta convertirse en colores, aquellos que invaden las ventanas con el fin de evidenciar que el tren se encuentra en movimiento. También escuchan. Escucharon lo mismo, las puertas cerrarse, el silencio que es el preámbulo a un sonido que simula que los frenos del tren se han desbloqueado, seguido del ligero, pero sin duda dramático, movimiento de arranque -sí, también se escucha-. El entrar al túnel, contar las luces: blanca, blanca, blanca, morada, parpadean, blanca, 32... "Tururú: Próxima estación..." Sí, se llegó a escuchar en coro. El tren se comienza a detener, el viento entra y se lleva. Recuerdas el otro tren, aquí no hace tanto calor a pesar que hay más del doble de personas pensando lo mismo. Aún falta mucho para llegar.  

20/3/14

Cuando florecen las dalias

No encuentro palabras para describir esto que existe en mi pecho, la sensación de la nada, del silencio, del vacío. Y es que el sol ya calienta la tierra, ya lo cubren nubes pasajeras que tiñen el atardecer de rojo, ya de noche la luna compite contra las estrellas, ya de nuevo me encuentro escribiendo, de nada. De recuerdos, de olvidos, de experiencias que sólo serán contadas antes de dormir, al despertar y tal vez al momento de morir. No hay a quién contarlas, no hay por qué contarlas, siempre existirá la duda. Para ese momento las dalias ya habrán brotado y este hombre dejará la pluma para tomar las dalias y amarlas.

17/3/14

Aún son las 11

La pared está sucia. Siento la mugre entre los azulejos, cuadrados, puedo adivinar el color, lisos no de fábrica, lisos por gente que los siente, que medita con ellos, que los alisa. Alzo la vista. El tumulto deja divisar las letras doradas, letras doradas que resaltan un nombre. Un nombre de la vida nacional de los años sesentas; sin duda aún no existía, mis padres tampoco. 1970. Espero. Cuántas veces he visto esa placa. Una vez más la leo, la observo, intento imaginar cuando ésta fue revelada. El tren llega, la gente corre como atraída hacia él, como si los llamaran. Se lleva a cabo el intercambio de pasajeros. El silbato, gritos también. Miradas de prisa, un reloj que siempre marca las 11, la gente sospecha, se acumula, el sonido... El tren una vez más retoma su curso. Miro a la gente que con tanta ansiedad deseaban liberarse, ahora bajan y como si inyectados con algo, recobran la calma, miro sus ojos, miran los míos, caminan, no miran. Gente. Jóvenes que se dirigen a su escuela o que huyen de ella, amas de casa, personas de oficio y profesión, gente que no para de caminar. Miro el reloj, aún son las 11. Sigo tocando los azulejos, son anaranjados. 

Estoy cansado de esperar, al parecer ya no llegará. Es cierto, ahora ya no sé a donde ir, tanta gente me ha hecho dudar si está bien el irme o seguir esperando, y es que hay otras dos personas recargadas en la misma pared, una de ellas ya estaba cuando llegué. Aún no se han ido. Hecho otro vistazo. Otro de los trenes está llegando, seguro vendrá en ese, pienso. Intento hallar sus ojos, una mirada directo a la mía, algo que me dijera que se aproximaba. La segunda ola se disipa como si estuviera en la playa, se escabulle entre todo el pasillo, se cuela como entre la arena, se esconden entre los azulejos, ahora anaranjados.

Continúo en el dilema, no sé qué tan tarde es, no sé qué tanto he estado recargado en esta pared. Decido despegarme un poco, sólo para corroborar que aún sigo esperando. Lo estoy. Miro a ambos lados, al reloj, al gran pasillo. Los ventiladores al fondo encendidos me recuerdan que comienza a hacer un poco de calor, el suéter ya está guardado en la mochila junto con todo lo demás. Allá a lo lejos, mientras mis piernas recobran esa movilidad por momentos sustraída, se aproxima un joven con mucha prisa, con la mirada clavada al piso, sin perder el paso, sin titubear da la vuelta en la esquina, un niño en brazos se roba mi atención. El niño mira al suelo al igual que su padre, el niño da la vuelta, al igual que su padre. Toco de nuevo la pared, aún sigue ahí, me entrego a ella.

No comprendo por qué no llega, y eso que aún son las 11, ya han pasado otros dos trenes y todos vacíos de esa mirada. La gente viene y va, la angustia no cesa, se la llevan y la placa negra con vivos dorados la recuerda. Intento tranquilizarme, hallar una razón, una escusa, algo que me haga cambiar de opinión cualquiera que sea, algo que me diga qué hacer, qué decir, qué mirar: nada me mira. Bajo la mirada y se clava en el piso.

Seco mi sudor, intentando mirar la hora en el reloj no existente de mi muñeca. Repaso lo acontecido, sin embargo no termino por convencerme; al parecer, tampoco al otro tren que viene llegando. Ya no miraré, tal vez así sea más fácil. Dejo clavada mi mirada en el piso mientras ahora escucho. Sé que siguen igualmente recargados, no se mueven, sin embargo no miran el suelo, los podría ver si lo hicieran. Tampoco creo que estén escuchando, o quién sabe, yo no escucho nada. Pasan todos y ninguno se detuvo, a excepción de alguien por allá que intenta recargarse en la pared del otro lado, debajo del ventilador que no funciona. Ya estoy mirando, la arena, el agua desaparecida.

No termino por confiar en el nuevo personaje, se ve un tanto desconfiado. ¿Por qué debajo del ventilador? Cruza los brazos, mira al suelo, al pasillo, al nuevo tren. No comprendo, y lo peor es que no dejo de sudar y ahora tengo sed. Aquí en los pasillos no hay quien venda agua, a decir verdad tampoco dentro de los vagones los hay. ¿Un disco me podrá quitar la sed?, no creo. 

Se está haciendo tarde, lo sé por la frecuencia con la que pasan los trenes, aparte de que la afluencia de pasajeros cada vez es menor. No termino por comprender por qué sigo esperando; y menos comprendo por qué el recién llegado y los otros siguen pasmados, mirando y como que esperando. ¿A quién esperarán?

Creo es suficiente. Nadie puede esperar tanto. Ni siquiera los otros tres que ahora nos miramos. Será mejor que me vaya, no quiero levantar falsas sospechas. El calor es suficiente, la sed, los cuadritos anaranjados, los ventiladores, los trenes y el silbato, el pasillo y la mirada que ya no importa.

28/1/14

Cielo sin tiempo de noche

La última letra del libro me deja un sabor amargo, las imágenes que de sus páginas brotan, las mismas que mi sombra emana, no llenan este pecho ahora vacío, marcado, herido, frío, pero vacío. La pasta es suave, supongo es de un color claro, blanco, color hueso, espero. No comienzo a cerrarlo. No comienzo a extrañarlo. Las sábanas ya frías, me esperan. La lámpara no deja de sonar, el foco no tarda en apagarse. La ventana permanece cerrada, la cortina también, esta noche no habrá noche, esta noche no habrá. Mañana no existe, mañana no existes. Mañana te fuiste.