30/6/11

Déjate llevar

Cuando el cielo comienza a tornarse de un azul muy parecido al terciopelo que adorna las viejas cortinas es señal, que el día está por terminar. Que el agraciado regalo del día a día está por llegar a nuestras austeras manos. El momento de reflexión y comunión con nosotros mismos se hace más próximo, más claro.
Comenzar con revisar las fotografías tomadas en el día, bajo la lluvia; intentar realizar un retrato sobre el rostro que más te llamó la atención, proseguir por abrir el nuevo libro, hallar la página, intentar recordar quién era el tal "Robles". De vez en cuando disfrutar de una jugosa pera, o por qué no, una manzana. Al pasar, mirar por la ventana, ver qué acontece. Qué tan diferente es la esquina por las noches: la gran cantidad de gente que espera, que observa, que aguarda.
Como transcurre el día no hay que desear la noche, sino el día habrá sido en vano. Disfrutar la luz, el sol, las sombras, las curiosas figuras que se forman con las nubes, poder ver los altos árboles mecerse al ritmo de la primavera, observar a la gente caminar siguiendo su mismo camino a diario, la misma gente. Las hojas rodar, las aves volar, uno que otro perro comiendo fuera de uno de los tantos negocios de comida en la capital, las obras viales, puestos de periódicos, mercados, franeleros, uno que otro panadero esperando a que llegue el patrón, los famosísimos puestos de tacos apenas limpiando y barriendo el lugar para poder comenzar de nuevo con la larga jornada. Es gente de ciudad, gente acostumbrada a hacer lo mismo a diario, una rutina, una vida, un sólo destino.
Es raro, pocas son las cosas que marcan un día. Cosas que son especiales o raras -a mi criterio diferentes- son temas de conversación con la familia a la hora de la cena o motivos de reunión con los amigos. Es lo interesante de la vida en una ciudad, al parecer todos los días serán los mismos, el mismo patrón, la misma rutina, el mismo individuo; pero de vez en cuando la vida nos da pequeños destellos de lucidez, de razón, de felicidad pura. Sin esos pequeños destellos nuestra vida como la conocemos... no existiría. Probablemente muchos de nosotros no viviríamos y la vida de los pocos que habría, sería realmente aburrida, sin sentido tal vez.
Por eso agradezco -a quien tenga que agradecer- por los días, como también por las noches. Qué sería de nuestra vida sin noches para reflexionar, sin noches para recordar, sin noches para soñar. Dejemos atrás el tiempo, de vez en cuando, la rutina. Caminemos en la lluvia, pisemos un charco, comamos en esos tacos de afuera del metro, saludemos a los niños que se asoman por la ventana del transporte público, mencionemos "Qué bonito perro tiene señor", sonriamos a la mujer que nos hace sentir especial, dibujemos un rostro sin saber quien es, apaguemos la T.V,, el radio y hablemos con nosotros mismos; gritemos cuando nos den ganas de hacerlo, llamemos a ese amigo que tenías en el olvido, no te molestes por ver al mismo político maquillado en cada camión, sólo míralo y ríete, siéntete afortunado de no ser él, compra un pay de queso de cinco pesos, no habrá cosa más deliciosa en la misma avenida; juega un volado con el merenguero, intenta contar los pasos hacia tu casa, no pises las líneas que hay marcadas en el piso, arrastra los pies para que le des toques a la gente, apaga tu cigarrillo y compra una paleta con chicle dentro, observa las nubes y déjate llevar por ellas.

25/6/11

Ni hablar...

Sí, era de esperarse. 
Era cuestión de tiempo. 
Ambos lo sabíamos, a quién queríamos engañar.
Ni hablar, creí que no sería tan difícil cuando pasara, cuando el temido evento se suscitara. 
Fingir el "no sé" sirvió para dos cosas... no sirvió de nada; de todos modos ocurrió. 
Hace que todo esto haya parecido un juego, un pasatiempo de adivinanzas, de predecir lo que estaría por venir. 
Todo pareció extraviado en ese momento, todo se desmoronó en tan poco. 
¿Qué tanto era? No lo sé; la percepción del todo a cambiado. 
No me deja más opción que cuestionarse de nuevo: 
"¿Qué tan real es todo lo que puedo ver, lo que puedo oír, lo que me has hecho sentir?".
Sería un buen drama, una buena historia qué contar, una buena lección... vaya que lo sería. 
Pero como siempre he dicho: "No hay nada que no se arregle con una sonrisa".
Fue una buena experiencia, una maravillosa travesía, un lindo viaje a través de lo desconocido, de lo nunca vivido. 
Ni hablar... 

22/6/11

A ella

Increíble que su rostro siga latente en mi mente,
aunque es de esperarse después de haber soñado clemente
con la aparición de aquel hermoso ente
sonriente, paciente, realmente elocuente.

Conmovedores momentos, irreales,
pero al final algo ciertos; suficientes para dotar
mi alma de felicidad, o por lo menos para tranquilizar
aquello que suele brotar 
al momento en que mi mente empieza a volar,
dejando atrás todo rasgo de cordura y elocuencia,
toda llama de deseo y ansia,
cada minúsculo grano de congruencia,
y la mísera gota de certidumbre.

Aún no logra comprender, es hermosa;
el maquillaje sobra, su ropa, su cabello, no importan.
Para qué molestarse en arreglarse. Si la pudiera ver comprenderían.
Saben, me gustaría hablarle. Aunque verla unos cuantos segundos bastaría.


Probablemente el tiempo vaya demasiado lento,
o es que voy demasiado rápido.
Me gustaría saberlo, no puedo,
ansío con leer su mente,
que lea la mía, sería tan fácil.

Si supiera todo lo que pienso, 
todo lo que siento;
creo que se decepcionaría,
todo es tan complicado.
El tiempo va demasiado lento.

Me gustaría no mencionar palabra alguna,
que me entendiera con sólo una mirada,
que leyera mis labios al cerrarlos,
que nos miráramos... sólo eso.

"Sin palabras."

Las palabras todo lo complican son difíciles de interpretar,
difíciles de expresar, y aún más de asimilar.
Con los ojos todo es más sencillo, más práctico, todo es más puro.
Una simple mirada y el mundo se derrumbaría, 
una simple mirada y a tus pies cualquiera estaría.

Me gustaría que por lo menos una vez esa mirada
de la que tanto hablo se posara sobre mis infaustos ojos,
no sólo en afán de saludo o despedida, 
que en verdad se enfrentaran ambas miradas y así,
saber de qué tanto me aflijo.

De qué tanto huyo y de cuánto me he perdido,
qué tanto he soñado y qué tanto he vivido,
una simple mirada es lo que te pido,
o por lo menos un simple despido.

"Faltan las palabras, pero sobran las miradas."

Cómo podría explicarte algo que hasta ahora no logro comprender,
algo que parece ajeno a mi mente,
aquello que no se logra explicar con la razón, eso que tiene que suceder
para después lograr enmudecer,
por lo que muchos luchan íntegramente, entregando su ser
al ideal que lograron converger;
uniendo partes de sí: sueños, recuerdos, consejos y hasta visiones de un lindo atardecer;
es lo que he querido aprender.

Definitivamente una eterna inspiración es lo que ella logra ser,
una musa en su totalidad es la dama que en un gélido amanecer
se le vio llegar acompañada por los leves rayos de un sol acabado de nacer.

Fiel a ella el mundo debe ser, el lucero en la noche más oscura,
la linterna más brillante en la eterna bruma, la flor más hermosa.

"Sólo ella."

18/6/11

La hermosa melodía

Nunca había estado tan presente, prestando tanta atención a un suceso, a un momento. Estaba y a la vez me encontraba demasiado lejos. Presente en lugares que nunca había imaginado, rostros jamás contemplados, voces y ruidos ajenos a mis oídos. Continuaba avanzando.
El tumulto que me rodeaba parecía desaparecer, volverse mudo, desvanecerse entre tanta perfección. Ningún sonido, ninguna voz... sólo la eterna melodía.
Veía su rostro mas no su expresión, parecía un ente enviado, un algo que debía estar ahí en ese momento. No dejaba de contemplar. Me era imposible mover mi cuerpo, gesticular palabra alguna. No lo deseaba.
Dentro del camino me encontré con varias imágenes, episodios de mi vida, capítulos de mi niñez, eternas escenas que emanaban paz. Suaves manos, delicados movimientos acompañados por hermosos colores. La eterna melodía no dejaba de sonar.
Una parte de mí se cuestiono qué era lo que pasaba. Ambas partes no querían saber, deseaban que ese momento fuera eterno, que la eterna melodía no cesara.
Comencé a levitar. Las manos, los pies; no se sentían, mi rostro, ni se diga. El frío, el calor, el humo, el ruido, la luz, nada. Todo estaba ahí, en ningún momento se interrumpieron, continuaban ahí, pero al parecer yo no.
De pronto, los colores que una vez fueron hermosos comenzaron a tornarse reales, verdaderamente alegres. Colores, que por cierto eran pocos, pero que dejaban un mensaje, un claro y breve mensaje. Era un equilibrio, una armonía, la cual nunca antes había sido vista por mis ojos, por mi persona. Quedé cautivado.
Perplejo por tan simple mensaje, intenté volver. No lo quería, ninguno de los dos lo deseábamos. No ocurrió. La eterna melodía seguía, parecía no tener fin. 
De pronto sentí como ella ingresó en mi ser, recorrió todo mi cuerpo, no dejó un rincón sin conocer. Me hizo creer que estaba frente a un espejo.
Un espejo tan delgado, tan limpio, tan real. Podía mirarme, recordarme, visualizarme tal cual. Me miré a los ojos lo que restaba de la eterna melodía. Dicho hecho aclaró varias cosas de las que no estaba seguro. Cuáles eran, aún no lo sé. Pero sabía que algo especial acababa de ocurrir, pocas veces, sino es que la única, me había visto como la persona que soy y no como la que me gustaría ser. Vi mi pasado y por consecuente, mi presente. Había terminado la melodía.
Decidieron partir. Caminamos y comentaron varias cosas, a las cuales no les presté importancia. Lo que acababa de ocurrir era especial. Camino a casa no mencioné palabra alguna. No hubo necesidad, no lo quería hacer. Me seguí cuestionando qué era lo que había pasado. ¿Qué clase de melodía era esa?¿En verdad era yo aquel hombre que escuchaba la hermosa melodía? 

14/6/11

Somos invisibles

Ráfagas de imágenes, un mar de letras, 
destellos de luz inundan mi alcoba. 
Deseos e ilusiones incineran mi ser.
Cómo empezar a esclarecer
la mente de un pobre vago 
que dice ser amigo de la luna.
Pobre, aquel hombre que ahoga sus esperanzas
al mínimo rastro de contradicción,
aquel que entiende por real lo que su mísera mano escribe.
Lo poco que brota de sus delirios, 
lo plasma sobre una hoja, la cual
al parecer, su valor está en duda.
Exiguos argumentos lleva con él, 
contados los adjetivos que tiene su parecer,
su simple apariencia deja mucho al desdén;
es sólo un hombre posando para un retrato.
Una mueca fingida es lo que hemos logrado obtener,
comienza a llamar a los demás, pronto empezará a llover
y la señora del apellido extraño vendrá a cobrarse lo de la última vez.

No los hallo, es imposible que hayan desaparecido,
son sólo niños, y nosotros, a contraluz parecemos ancianos.

Es la señora, aquí viene, ¿qué escusa pondremos,
qué explicación le daremos? Estamos vacíos.
No ha notado nuestra presencia, parece ciega,
o ¿es que somos invisibles?
A contraluz parecemos ancianos.
Se siguió de largo, estamos a salvo.
Sigamos buscando a los pequeños.
¡Pronto! antes que el río llegue a la entrada de nuestro hogar.
Al parecer el río tampoco nos ha visto, parecemos invisibles,
nuestro reflejo en sus limpias aguas parece difunto,
extinto por tanta turbidez del ambiente, supongo.
Recuerdo la morbidez de nuestro cuerpo, 
¿qué nos ha pasado amor?
¿Dónde quedaron nuestros pequeños?
Extraño su aroma, la hermosa esencia que destilaban al recorrer nuestro lindo jardín,
dónde quedaron nuestros jazmines, el carmín donde estaba prohibido reír,
¿dónde están nuestros labios?
Acaso es la pútrida sociedad que continúa abrumando a nuestros pequeños,
oprimiendo nuestros deseos e ilusiones. 

Dejemos de fingir y comencemos a vivir.
Amor, te extraño.
Regresa con nosotros, te necesitamos, tu familia. 
Vuelve corazón.

Alguien - Jorge Luis Borges

Un hombre trabajado por el tiempo, 
un hombre que ni siquiera espera la muerte 
(las pruebas de la muerte son estadísticas 
y nadie hay que no corra el albur 
de ser el primer inmortal), 
un hombre que ha aprendido a agradecer 
las modestas limosnas de los días: 
el sueño, la rutina, el sabor del agua, 
una no sospechada etimología, 
un verso latino o sajón, 
la memoria de una mujer que lo ha abandonado 
hace ya tantos años 
que hoy puede recordarla sin amargura, 
un hombre que no ignora que el presente 
ya es el porvenir y el olvido, 
un hombre que ha sido desleal 
y con el que fueron desleales, 
puede sentir de pronto, al cruzar la calle, 
una misteriosa felicidad 
que no viene del lado de la esperanza 
sino de una antigua inocencia, 
de su propia raíz o de un dios disperso. 

Sabe que no debe mirarla de cerca, 
porque hay razones más terribles que tigres 
que le demostrarán su obligación 
de ser un desdichado, 
pero humildemente recibe 
esa felicidad, esa ráfaga. 

Quizá en la muerte para siempre seremos, 
cuando el polvo sea polvo, 
esa indescifrable raíz, 
de la cual para siempre crecerá, 
ecuánime o atroz, 
nuestro solitario cielo o infierno.

12/6/11

Sí, así es.

Sí, así es. Cansado. Hastiado de no saber, desconocer el porqué y el fin. Ignorar el cómo, temer al cuándo.

9/6/11

Predecir. Justificar.

Ella no está aquí.
¿Adónde se ha ido?
Parece que otra vez se ha marchado.
Esta vez sin avisar ha partido.
Cómo es posible que siga en su espera, si en verdad nunca ha prometido que este es su destino.
Espero.
Intento sonreír de vez en cuando para no olvidar que sigo vivo.
Recuerdo, invade mi mente.
Cómo expulsarle si ni siquiera estoy consciente de mi realidad.
Es el presente.
Miro por la ventana y las imágenes brotan.
Es verano, la noche es inquieta, es demasiado densa, el ambiente sofoca.
Es por la noche, cuando solía recordarle.
La extrañaba.
Falsas sonrisas, miradas perdidas.
La noche se venía encima.
Esperar a que el sol apareciera sonaba como una locura. 
Lo era.
Ansiar con soñar era lo mismo que soñar con desear.
Un verdadero problema era el que estaba a punto de presenciar.
Empezaba a llover, las ventanas había que cerrar.
Todos dormían, ligeros murmullos a lo lejos se lograban escuchar.
Ansiaba una compañía, un alguien en ese momento.
Los párpados empezaban a pesar, no olvidaba que ella seguía sin regresar.
En su espera, mi alma yacía sobre mis párpados; y mi vida sobre mis manos.
¿Cómo poder hacerlo, cómo pensar?
Predecir.
Justificar.
Sería lo más fácil.
Me encuentro colgado, mis pies se balancean de un lado a otro.
Mi sombra plasmada sobre el suelo.
Un curioso sonido produce la cuerda al frotarse con la viga de pino.
Debe ser ella.
Viene por mí.
No es así.
No funciona, algo debí haber hecho mal.
La música de la aurora llega a mis oídos.
Hemos fracasado murmuró a mi lado.
Comencemos de nuevo al atardecer.
Un lindo cuervo entró por la ventana.
Se posó sobre la mesa, llevaba consigo un retrato en su maravilloso pico.

¿O era una nota?
Hasta la fecha lo desconozco.
Por cierto, ¿qué hora es?
Deberías estar dormida, mañana vendrá.
Y esta vez, no nos decepcionará.

6/6/11

Es ella

Vaya que es hermosa, es perfecta. Su linda sonrisa me ilumina cada mañana. Es tan honesta, tan pura, tan suya. Sus lindos ojos pueden atravesarme y ver dentro de mí. Pueden ver cada rincón de mi alma, cada íntimo pensamiento, cada simple y olvidado sentimiento. Pueden predecir cada movimiento que genero.

Nunca esperé que llegara, ni siquiera imaginé que existiera. Es como un sueño vivido en vida, un sueño que poco a poco se fue totalizando cada mañana, cada vez que el sol tocaba por la ventana llamando al eterno soñador que se posaba sobre mi actual cama. El mismo soñador que anhelaba dejar de vivir noctámbulo, que ansiaba con algo real, algo propio de la vida. Harto de fingir, de simular, harto de engañarse a si mismo, él ansiaba con comenzar a vivir.

Cada palabra que le oigo decir parece extraída de un poema, de una sinfonía, su forma de hablar me parece tan insuperable, inmejorable; ¿o es acaso su voz? No lo sé, pero a mi parecer es perfecta.