18/6/11

La hermosa melodía

Nunca había estado tan presente, prestando tanta atención a un suceso, a un momento. Estaba y a la vez me encontraba demasiado lejos. Presente en lugares que nunca había imaginado, rostros jamás contemplados, voces y ruidos ajenos a mis oídos. Continuaba avanzando.
El tumulto que me rodeaba parecía desaparecer, volverse mudo, desvanecerse entre tanta perfección. Ningún sonido, ninguna voz... sólo la eterna melodía.
Veía su rostro mas no su expresión, parecía un ente enviado, un algo que debía estar ahí en ese momento. No dejaba de contemplar. Me era imposible mover mi cuerpo, gesticular palabra alguna. No lo deseaba.
Dentro del camino me encontré con varias imágenes, episodios de mi vida, capítulos de mi niñez, eternas escenas que emanaban paz. Suaves manos, delicados movimientos acompañados por hermosos colores. La eterna melodía no dejaba de sonar.
Una parte de mí se cuestiono qué era lo que pasaba. Ambas partes no querían saber, deseaban que ese momento fuera eterno, que la eterna melodía no cesara.
Comencé a levitar. Las manos, los pies; no se sentían, mi rostro, ni se diga. El frío, el calor, el humo, el ruido, la luz, nada. Todo estaba ahí, en ningún momento se interrumpieron, continuaban ahí, pero al parecer yo no.
De pronto, los colores que una vez fueron hermosos comenzaron a tornarse reales, verdaderamente alegres. Colores, que por cierto eran pocos, pero que dejaban un mensaje, un claro y breve mensaje. Era un equilibrio, una armonía, la cual nunca antes había sido vista por mis ojos, por mi persona. Quedé cautivado.
Perplejo por tan simple mensaje, intenté volver. No lo quería, ninguno de los dos lo deseábamos. No ocurrió. La eterna melodía seguía, parecía no tener fin. 
De pronto sentí como ella ingresó en mi ser, recorrió todo mi cuerpo, no dejó un rincón sin conocer. Me hizo creer que estaba frente a un espejo.
Un espejo tan delgado, tan limpio, tan real. Podía mirarme, recordarme, visualizarme tal cual. Me miré a los ojos lo que restaba de la eterna melodía. Dicho hecho aclaró varias cosas de las que no estaba seguro. Cuáles eran, aún no lo sé. Pero sabía que algo especial acababa de ocurrir, pocas veces, sino es que la única, me había visto como la persona que soy y no como la que me gustaría ser. Vi mi pasado y por consecuente, mi presente. Había terminado la melodía.
Decidieron partir. Caminamos y comentaron varias cosas, a las cuales no les presté importancia. Lo que acababa de ocurrir era especial. Camino a casa no mencioné palabra alguna. No hubo necesidad, no lo quería hacer. Me seguí cuestionando qué era lo que había pasado. ¿Qué clase de melodía era esa?¿En verdad era yo aquel hombre que escuchaba la hermosa melodía? 

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